Política

No quedarán sobre un pedestal

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“No deben confundirse cooperación y diálogo con subordinación”.

Norma Piña, ministra presidenta

Hay fechas que sirven como punto de partida para conocer la grandeza o miseria de los gobernantes, y una de ellas debe ser para los mexicanos el 8 de agosto de 2018.

Sí, al ser declarado Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en sesión solemne y republicana, se comprometió a ser siempre respetuoso de los poderes Legislativo y Judicial; y aseguró que no habría de entrometerse “de manera alguna” en las deliberaciones y resoluciones “que sólo competen a los señores jueces, magistrados y ministros”.

Muchos le creyeron. Fueron tales la entonación de su voz y su cuidadosa impostura que quienes no lo conocían vieron en él a un hombre de honor, a un Jefe de Estado y al presidente de todos los mexicanos. Estallaron los aplausos de tan eminente concurrencia en el recinto del Tribunal Federal Electoral. ¡No era para menos!

Pues saliendo de ahí, quien siempre ha vivido de la estafa y la mentira, durante el tiempo que lleva su gobierno se ha dedicado a denostar con los más viles dicterios, vulgaridades y sarcasmos a los juzgadores, y a interferir ilegal, inmoral y groseramente en los asuntos jurisdiccionales.

Ese comportamiento rufianesco ha sido contumaz y del dominio público, pero nadie imaginó que fuera capaz, él mismo, de constatarlo ante el mundo entero con cinismo involuntario.

Su reciente declaración en el sentido de que el entonces presidente de la Corte Arturo Zaldívar fue su esbirro, a través del cual presionó a jueces y magistrados para tratar de dirigir el sentido de sus resoluciones, es la confesión lisa y llana de que son un par de delincuentes de la peor laya, que prostituyeron la justicia en agravio de los justiciables y de todos los mexicanos.

El escándalo que sobrevino obligó a su secuaz a responder balbuceando: “Yo tengo la conciencia tranquila, nunca llamé a ningún juez o magistrado para interferir en sus resoluciones” (pero omite decir que lo hacía constantemente a través de sus secretarios plenamente identificados con nombres y apellidos) y remató diciendo acantinflado: “yo no estoy de ningún modo descalificando lo que dijo el Presidente, quizá estoy diciendo que la manera en que lo dijo no es la correcta. No está diciendo nada distinto”.

Así, inseguro de lo que hablaba, con un cínico “quizá estoy diciendo”, advirtió a Ciro Gómez Leyva, visiblemente descompuesto, que no hablará más de este asunto. Debió añadir: “A menos que me obliguen a comparecer ante un tribunal”.

Con ese sucio pasado (y al no haber podido prorrogar su tiempo en la Corte) colgó la toga y el birrete y se convirtió en asesor jurídico de la corcholata, para seguir juntos “haciendo escoria”.

No quedarán sobre un pedestal quienes viven en una letrina.


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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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