Política

La ruta

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En las recientes elecciones el gran ganador fue, de nueva cuenta, el abstencionismo. La participación rondó entre 45 y 55 por ciento. Si de ese bajo porcentaje los nuevos gobernantes obtuvieron una votación también reducida, el resultado es preocupante.

La legitimidad de los ganadores no está en duda, pues obtuvieron más votos que sus competidores, pero sí es precaria porque la mayoría de los inscritos en la Lista Nominal de Electores no votó por ellos y, en muchos casos, por nadie.

Con frecuencia se dice que la Coalición Va por México se enfrenta a Morena. Esa es una verdad a medias y tramposa. Lo cierto es que la primera coalición que se formó es la de Morena, el Verde y el PT, y es a la que se enfrenta Va por México. Por eso, cuando Tartufo recomienda al PAN y al PRI que compitan por separado, lo honesto sería que primero deshiciera la coalición de su “partido” con sus escorias adherentes; pero ya sabemos cómo es de marrullero y socarrón.

Merece especial atención el narcotráfico en la política y su dominio en vastas zonas del país. En Tamaulipas, por ejemplo, todo mundo sabe la influencia de los grupos criminales, así como la negra sombra (que no se va) del recién asesinado Carmona. Al que pida pruebas de ello debe decírsele que no hay escrituras públicas que lo acrediten, pero sí un principio de lógica elemental que nos enseña: lo evidente y del dominio público no requiere demostración.

Además, este gobierno vive reproduciendo el viejo procedimiento (usado infinidad de veces por gobiernos pasados): espiar delictivamente a políticos y gobernantes opositores; y al hallarles (o endilgarles) riquezas ilícitas y turbiedades les pisan la cola y los obligan a entregar la plaza. Primero logra “que se porten bien”, luego los perdona, enseguida les garantiza impunidad, y finalmente les da embajadas, consulados u otros cargos. Ese asqueroso proceder conlleva traiciones, y carcome la vida pública; sin embargo, Tartufo se refocila en ello como vulgar mafioso.

Las elecciones de los dos próximos años (incluida la presidencial) se definirán por diversos factores, entre ellos:

1) El grado de descomposición de Morena, donde los apetitos y tarascadas están a la orden del día;

2) La decencia, talento y apertura frente a la sociedad que acrediten los partidos opositores para superar la funesta endogamia que padecen;

3) La calidad de sus propuestas y candidatos.

Superemos la etapa de los caudillos, de los redentores, de los iluminados. Que se expongan planes de gobierno sensatos y creíbles, no voluntaristas, y que se conozcan las listas de ciudadanos, bien calificados, que los acompañarán en sus encomiendas. Evitaremos, así, que siga la devastación nacional y que cualquier “corcholata” se alce con el triunfo, el santo y las limosnas.

Ese es el desafío.

Diego Fernández de Cevallos

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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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