Según información dada por el gobierno y corroborada por algunos especialistas, la macroeconomía mexicana está sana y sin riesgos durante esta administración.
Para creer en esa noticia deben decirnos a los inexpertos qué se entiende por “macroeconomía” y cómo se determina su salud, porque también las cifras oficiales reconocen el aumento de más de 4 millones de pobres en los últimos 5 años y hallarse en la economía informal más de 50 por ciento de los económicamente activos.
¿Esos millones más de pobres y ese porcentaje de mexicanos en la informalidad laboral los ubican en la microeconomía nacional o dónde? Además, al ser esa predicción por sólo un año, debieran decirnos si cuentan o no con elementos para augurar algo halagüeño a partir del mes 13.
Esta cavilación se robustece al advertir la impostergable inversión multimillonaria requerida para enfrentar el ominoso rezago en servicios de educación y seguridad; el combate a la pobreza; la lucha contra la violencia y la impunidad; las obras imprescindibles de infraestructura; dar vigencia al Estado de derecho y la justicia, entre muchos otros reclamos sociales. Por supuesto, sin olvidar la superlativa desgracia causada por la falta de inversión en ciencia y tecnología. Todas estas infamias cierran a piedra y lodo el futuro de superación a las próximas generaciones.
Pero no, hoy nos satura el circo decadente y zafio de las corcholatas, compitiendo en abyección para saber quién merece ser coronada por el abrebotellas como la flor más bella del ejido cuatrotero. Y toda esa caterva está aferrada en violar la ley, seguir haciendo leva electoral con los pobres y tratando de generar un espectro de triunfo ya consumado. ¡Claro, a tarascadas entre ellas, porque cuando las perras son bravas hasta a los de casa muerden!
Ese repugnante fandango ocupa, por el momento, la mayor parte de los espacios noticiosos, pero nada está decidido, la batalla real no ha comenzado. Se disputarán: la Presidencia de la República, el Congreso federal, diversos gobiernos y Congresos estatales, y miles de gobiernos municipales. Mucha agua (y suciedad) pasará debajo del puente en los próximos meses de la vida nacional.
Hay ebullición política, quedaron atrás la resignación y el miedo en muchos millones de mexicanos, por eso rechazan el pasado frívolo y corrupto, pero también el presente más corrupto y obsesivamente devastador. Ahora es apremiante la participación principalmente de las mujeres y los jóvenes para lograr un México justo y próspero para todos.
Además, lo reitero con invariable respeto y gratitud para nuestras fuerzas armadas: como el inquilino de Palacio, aunque militarizó a su gobierno, claudicó y terminó rendido ante los criminales, por eso los ciudadanos debemos estar alertas para impedir los riesgos de un gobierno militar.
 
	 
        