Política

Retórica para un cambio profundo

La situación en México no es algo que podamos aplazar es algo que debemos y necesitamos desplazar. Pero parece que estamos estancados.

México necesita de un cambio pero de un cambio bien hecho; de una oposición política, unida y ciudadana que sea capaz de competir por el poder en el 2024. Necesita de ciudadanos comprometidos que no se laven las manos al estilo de Pilatos y crucifiquen a la verdad, a la bondad y a la unidad por liberar al “Barrabás” de la mentira, de la demagogia, de la división, del sinsentido, del atraso, y la polarización.

La historia nos ha mostrado que la crisis de carácter político y social no es otra cosa que un espejo de la profunda crisis de valores y de liderazgo que vivimos en la sociedad. No hay pueblo bueno y político malo. El político emana y es un reflejo del pueblo. No reconocer los errores y el reclamo ciudadano del pasado es dar palos de ciego por la vida. No reconocer que la inseguridad, la corrupción y la impunidad emanados de gobiernos anteriores provocó un hartazgo y un deseo profundo de cambio en la sociedad es no reconocer el génesis del problema.

En el 2018 treinta millones de mexicanos votaron por un cambio. Pero es necesario precisar que no necesariamente votaron a favor de una ideología, ni de AMLO.

Las encuestas y los análisis políticos nos dicen que de esos treinta millones de votos, 15 millones pertenecen a un voto duro de Obrador y los otros 15 millones son un voto de castigo, cambiante y que está HARTO DEL PRI Y PAN CON LO MISMO.

El Gobierno actual, primer gobierno emanado de la izquierda en la historia del México llegó al 2018 con grandes expectativas y mucha esperanza, pero ha quedado a deber muchísimo.

Podría dar un mil razones por las que el gobierno actual no solamente no ha sido mejor, sino ha sido peor que los fallidos intentos de antes.

La sencilla razón por la cual no funciona el gobierno es la composición errática de sus principales líderes. En México decimos con sabiduría popular: “Chango viejo no aprende maroma nueva” y a los datos me remito.

Tras casi cuatro años de gobierno los resultados son nulos, las promesas rotas y el cinismo, la corrupción y la prepotencia crece n llevándonos en la maquina del tiempo a los setentas e inicios de los ochentas donde el pensamiento es único, autoritario y presidencialista.

Si me preguntan cómo podría definir el sexenio de Andrés yo lo llamaría el sexenio de “Los Otros Datos”. Datos que sólo existen en la mente del inquilino de Palacio Nacional y en sus más fervientes y ciegos seguidores. Es la mente de la POSVERDAD.

Pero ¿Qué es la posverdad?

Posverdad es la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.

Ésta aproximación de posverdad nos la da la Real Academia de la Lengua Española.

Al identificar la posverdad gubernamental ya no se trata del discurso y el actuar del “yo pienso”, sino del “yo siento”. Hay tantas verdades como sentimientos. Por eso los políticos hablan al estómago de sus electores y no a la razón.

Los datos verdaderos y medibles dicen que estamos reprobados en materia de salud, seguridad, economía, estado de derecho, transparencia y rendición de cuentas. La pregunta que nos hacemos es que si seguimos así ¿a dónde diablos vamos a parar?

Desde Palacio Nacional se entona el estribillo “Yo tengo otros datos” y se pregona el sabio consejo “Divide y vencerás”. ¡Nos han dividido!

El lenguaje y el termómetro social de odio verbal y físico que podemos ver en las comunidades y en las redes sociales tiene niveles históricos. Como ritual, los fanáticos seguidores de éste movimiento deconstructivo van a su “misa mañanera” a comulgar de odio, de resentimiento y de división para luego salir como “misioneros” a las redes sociales y a las calles a predicar el “No-Evangelio del Odio. ¡Vayan por todo México y prediquen la división!-, dice el sacerdote de Palacio Nacional. Porque el lenguaje construye realidades y la realidad que tenemos es un México más dividido que nunca.

La situación no se puede aplazar la tenemos que desplazar a través de los mexicanos conscientes. Tenemos poco tiempo.

Pero me parece una locura como lo dijo Albert Einstein querer resultados diferentes haciendo exactamente lo mismo.

Necesitamos ser inteligentes, comprometidos, líderes y disruptivos. Necesitamos impulsar a la ciudadanía porque México necesita menos pueblo y más ciudadanos.

El dolor de los mexicanos provocado por una fatídica enfermedad como el cáncer o la diabetes lo puedo comprender y lo acepto como ley natura de vida; pero el dolor provocado por malos gobiernos que roban el futuro y la esperanza a miles de niños y familias privándolos de las medicinas y tratamientos para darles esos recursos a sus clientelas electorales no lo puedo tolerar. Eso no es un nuevo humanismo mexicano, es un crimen.

Para poder generar un transformación de la vida pública nacional no es necesaria la demagogia y retórica oficialista; se necesitan líderes con preparación, valores y liderazgo.

Los valores son los entes de razón que dan cohesión y unidad a un determinado grupo o comunidad, surgieron de la necesidad de supervivencia de los primeros hombres y son los elementos que dan identidad y sentido al actuar de las personas y de los grupos. Porque son los valores que conforman mi lenguaje y el lenguaje le da estructura a mis valores a mi pensamiento y sentido a mi vida.

Creemos que una persona es líder porque sus valores empatan con los valores de su comunidad y creemos que los valores del líder determinan el lenguaje que utiliza. El lenguaje de los valores crea una nueva realidad.

Como ya hemos comentado con anterioridad la crisis política y social que vivimos en México no es otra cosa que el reflejo de la profunda crisis axiológica y de liderazgo que tenemos. Una crisis de carácter ético.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Cambiar la forma en la que pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Esto implica una nueva retórica que desarticule los significantes vacíos de la comunicación oficial de tal manera que proporcione a los actores políticos y a los ciudadanos las herramientas y técnicas necesarias para expresar un lenguaje y un discurso lleno de valores que impulse y expanda la conciencia ciudadana.

Ésta “Nueva Narrativa” tiene que tener símbolos que sean suficientemente claros, eficaces y poderosos para deleitar, persuadir y conmover al electorado cansado de MORENA, Y PRIAN CON LO MISMO.

Creemos que la única manera de derrotar al sistema “cuatroteísta” es desplazarlo a través del lenguaje.

El discurso racional y objetivo, herencia de la democracia, no podrá derrotar al régimen si no se tienen un discurso con cualidades igual de persuasivas que reúna las siguientes características:

• Qué conecte con emociones.

• Que una a los mexicanos.

• Que signifique una mejor opción de cambio y no un regreso al antiguo sistema.

• Que proporcione un nuevo código de lenguaje ético.

• Que contraste a los malos gobiernos sin descalificar a las personas.

• Que despierte la conciencia de que a México lo debemos salvar de la pobreza como destino, de la división, de la Ignorancia, de la manipulación, mediocridad y mentira .

• Que tenga clara las profundas motivaciones y valores de México. El amor a México, a nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro trabajo, nuestros amigos y nuestra tierra. Que los amores sean más fuertes que los temores y que los amores sean más fuertes que los rencores.

• Que sea una retórica de conciliación que pare ésta confrontación entre mexicanos que nos destruye y menoscaba cada día.

• Que sea una retórica que proyecte la idea del gran mexicano dentro de cada uno de nosotros, del mexicano generoso. Le hablo al mexicano consciente de su libertad, heredero de los pueblos más gloriosos de ambos lados del océano y que está listo para construir el futuro, su futuro. Solo con la generosidad que hay en cada mexicano y mexicana podemos salvar a México. Tenemos que pagarle más a los empleados, trabajar más y mejor y ser mejores ciudadanos.

• Que sea una retórica que posicione la idea de qué es tiempo de hablarnos con la verdad y no con “otros datos”.

• Que sea una retórica que ponga a las personas en el centro. Que los líderes entiendan que en el centro de su hablar y sobre todo de su actuar debe estar cada persona con sus necesidades, tristezas y frustraciones; con sus sueños, anhelos y necesidades. La persona humana es individuo y es pueblo al mismo tiempo, es una fantástica combinación de naturaleza y de cultura.

• Que sea una retórica que reconozca la riqueza y pluralidad de México.Somos diferentes y nos une el amor a esta tierra. Queremos un gobierno que trabaje con y para las personas. Un gobierno para el que todas las personas tengan la misma importancia, sin diferencias. Porque en México las diferencias nos enriquecen y las coincidencias nos fortalecen.

• Que sea una retórica donde ya no nos tengamos que cuidar unos de otros sino que nos cuidemos unos a otros.

Termino diciendo que de la abundancia del corazón hablan los labios.

¿Qué hay en el corazón de nuestros líderes y de nuestros políticos?

¿Qué hay en tu corazón?

El tono, la forma y la intención de tu lenguaje me dicen la clase de persona que eres porque cuando Pedro habla pésimo de Juan, Pedro dice más del mismo Pedro que de Juan. Saludos a todos.


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Diego Cardoso Pérez
  • Diego Cardoso Pérez
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