La semana pasada hablábamos de alcanzar nuestra estrella para que éste año que comienza esté lleno de significado y de sentido para nuestra vida.
¿Qué tarea la nuestra? ¿No?
Decíamos que al emprender ese camino valiente de seguir y perseguir nuestros sueños y nuestras metas contra viento y marea es sin duda lo más sensato que podríamos hacer en nuestra vida.
Nosotros también, al encontrar nuestra pasión (lo que nos gusta hacer y somos buenos), nuestra misión (lo que nos gusta hacer y el mundo necesita); nuestra vocación (lo que el mundo necesita y por lo que nos pagan) y nuestra profesión (por lo que nos pagan y somos buenos en ello) nos convertiríamos para otros en una estrella, como aquella de Belén, de la cual los demás puedan también guiarse. Maestros de vida.
Para poder seguir y ser en un momento dado esa estrella que brille y guíe a los demás necesitamos el regalo supremo de la educación.
¿Dónde la adquiero? Por supuesto que en ninguna tienda de conveniencia. A veces tampoco en la escuela o el templo. La encontrarás dentro de ti ya que se te dio junto con la vida y la familia. Y tienes que maximizarla lo mejor posible. Esa es tu tarea.
Yo creo que la educación no va a cambiar al mundo va a cambiar a las personas que van a cambiar al mundo (Paulo Freire).
Qué frase tan fuerte y tan cierta. Por eso vale la pena escribir, reflexionar pero sobre todo llegar al campo de la acción donde las palabras y las reflexiones cobran vida.
Si yo fuera alguien con el poder de dar algo verdaderamente valioso a los niños y niñas del mundo sería éste poder transformador de la educación.
Pero la educación hay que entenderla y escribo a inicio de año para que el lector pueda valorarla ya que lamentablemente éste regalo tan maravilloso ha sido subutilizado y poco valorado por numerosos “Herodes modernos” que matan toda luz de amor y conocimiento a su paso.
Yo creo que tenemos una deuda histórica con la educación y que la falta de educación no se suple con nada, ni con buenas intenciones, ni con programas sociales ni con abrazos presidenciales.
La familia es el génesis de los valores y de la educación.
Con los años la escuela es el gimnasio donde aquello que se entrena y se aprende en la familia se practica en la cotidianidad. Sin la familia y la escuela millones de niños peligran y quedan a merced de otros agentes que presentan falsos valores. Es así que tenemos a miles de niños infractores enrolados en las filas de bandas delincuenciales y criminales en toda América Latina.
Los vacíos se llenan y en el campo de la educación y los valores hemos dejado uno inmenso.
Por otro lado creo que tenemos un sistema educativo del siglo antepasado; con maestros y padres de familia del siglo pasado pero con unos alumnos del siglo presente con los cuales nos cuesta mucho comunicarnos. A veces me pregunto: ¿Nos estamos comunicando con ellos? ¿Estamos educando?
La educación en sus métodos y alcances necesita una intervención urgente.
La educación es la causa de muchas cosas buenas para una persona. Le da autonomía, independencia, tecnología, capacidad de adquirir habilidades y destrezas que lo colocan como un elemento valioso en el mundo competitivo y cambiante de hoy.
La educación en definitiva nos ayuda a conocernos a nosotros mismos a lo largo de nuestra vida; a interpretarnos y emprender con la seguridad del éxito la mejor versión del mexicano que quiero ser.
La educación nos ayuda también a entendernos para enfrentar las diferentes etapas de la vida; nos ayuda a vivir y aprender a vivir en sociedad y nos da las herramientas pare ser auto-sustentables y tener una vida digna.
El mejor legado que puede dejarle un padre o una madre a sus hijos es el de la educación.
Por carencia la falta de educación genera insatisfacción, pobreza y mucho rezago.
La falta de educación es la causa también de tanta violencia y poco entendimiento entre los mexicanos. Lo que una persona en su cabeza no puede comprender lo desprecia.
La falta de educación nos hace tener nuestra mirada en el pasado con resentimientos. La incomprensión y la ignorancia hace que miremos al futuro con frustración y desesperanza.
En México y muchísimos países de la región gastamos mal e invertimos peor. Gastamos en obras sin sentido, en asistencialismos y no invertimos nunca en educación. ¿Por qué? Un pueblo ignorante es fácil de manipular y gobernar. Por eso salen cada mañana a adoctrinarnos.
Creo que tampoco le hemos dado el valor necesario al “maestro”, a quien por vocación y por pasión está todos los días frente al aula rifándosela con los pocos recursos que le da el gobierno y haciendo magia para millones de niños y niñas en México. Héroes sin capa que también se les usa. Para mí son un factor en la ecuación de la educación insustituible. Todos los niños y jóvenes deben completar la educación básica y media superior, como medio para desarrollar sus potencialidades a plenitud.
Encontrar nuevos contenidos y formas de educar a los jóvenes en el S.XXI para que vean en la educación algo interesante y que les abre el futuro como seres libres, capaces de realizar sus ideales o resolver sus retos emocionales, sociales o laborales.
Contar con tutores que escuchen y acompañen a los jóvenes en las escuelas más allá de los aspectos académicos.
Es necesario poner el humanismo en la base de la filosofía de la educación, al tiempo que se impulse la formación científica, como lo dispone el Artículo Tercero Constitucional. La convivencia pacífica, el cuidado del medio ambiente, el ejercicio de la ciudadanía y nuevas capacidades como, el pensamiento crítico, la curiosidad, la creatividad y la solución de problemas en equipo, no reciben la prioridad que deben merecer.
Tenemos que crear una agenda educativa que de manera transversal considere cuestiones de pobreza, especialmente cuando afecta el futuro de niños y jóvenes.
Si me preguntaran que tipo de presidente quisiera yo para México en el 2024 contestaría que el Presidente de La Educación. Pero veo lo que hay en la palestra y se me pasa.
Por eso nos toca desde nuestros hogares y trabajos dar lo mejor a nuestros hijos y colaboradores. El regalo supremo de la educación. ¡Que no falte!
Diego Cardoso Pérez
Feliz Día de Reyes.