Estamos próximos a celebrar una de las efemérides más importantes del mundo: Los maestros.
¿Quiénes son los maestros? En mi juicio son los arquitectos de la civilización del amor y co-creadores de una mejor realidad; son embajadores de esperanza, son los sembradores de la semilla de la conciencia que hay en el mundo; son los padres y madres adoptivos de millones de niños y niñas que ven en ellos un modelo y ejemplo de vida a seguir.
Pero debemos ser claros ya que su omisión, mediocridad y mal liderazgo pueden pesar también negativamente en el devenir de tantas almas y de nuestra misma sociedad.
Nada más parecido al Creador que un Maestro.
Génesis 1:2 La tierra era un caos total y las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios aleteaba la superficie de las aguas.
Éste inicio del libro del Génesis en la biblia nos acerca al conocimiento necesario para explicar qué, sólo una mente maestra y poderosa como la de Dios es capaz de poner ORDEN AL CAOS a través del pensamiento. La palabra racional es sabiduría y es el vehículo del pensamiento.
La palabra es creadora no sólo del orden natural de las cosas sino también del orden social de las mismas. “HÁGASE” del “Gran Maestro” fue la palabra y la acción con la que puso orden a todo el universo.
Cuando tocó la creación del “Homo Sapiens” el autor bíblico escribió:
Génesis 1:26“Entonces dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra’”
Somos imagen y semejanza de “Dios” en el “Logos”, “La Palabra” y “El Raciocinio”. El ser humano fue creado a la imagen de Dios, es decir, con la capacidad de desarrollar y demostrar cualidades que Dios tiene, como el amor, la empatía y la justicia.
Con éstos antecedentes podemos decir con certeza que el caos se ordena a través del lenguaje.
Éste sistema de lenguaje creador se impulsa siempre a través de la fuerza del amor, se expande en la creación de mejores realidades, se adecúa en valores, leyes, y costumbres para después equilibrarse en la diversidad. Pero todo sistema se transforma con el tiempo y a cada transformación le surge una fuerza opositora que tiene como fruto una nueva conciencia.
Un maestro vence la resistencia de la ignorancia, la indiferencia y la apatía con el “hágase del estudio, de la tarea, del ejemplo y de la lectura. Tiene como resultado la formación de seres amorosos y conscientes.
La palabra del maestro es la que sabe crear orden, coordinar acciones y guiar a sus semejantes en aras de un bien común.
Son los maestros a lo largo de la historia los que han generado los cambios profundos, verdaderos y generacionales.
Pero también existen líderes y maestros que con su palabra y con sus acciones generan caos y división rompiendo el orden natural y social de las cosas.
Éstos “falsos maestros” han provocado ríos de sangre, muerte y mucho sufrimiento. Son líderes que han dicho que la ley no es la ley y que la única ley es la de ellos. Penoso pero cierto.
¿Cómo sé si un maestro es de fiar?
Sencillamente me fijo si sus palabras y sus acciones coinciden. Ya que el ejemplo del maestro es la muda elocuencia de los hechos. Las palabras dichas con la boca convencen pero las palabras dichas con el testimonio arrastran.
Un maestro jamás será un líder que abusa y se aprovecha de su posición para crear una grey de lacayos y lambiscones a su beneficio. Al contrario, el mayor logro del maestro es formar líderes que mejoren las cosas bajo el impulso del amor y de una nueva conciencia.
A lo largo de las miles de letras y palabras que he escrito y dicho en distintos foros y medios en los últimos años no me he cansado de decir que la crisis profunda de valores que estamos viviendo jamás se resolverá si no resolvemos la crisis de liderazgo.
El liderazgo, la educación y los valores son las armas más poderosas con las que cuenta nuestra sociedad para cambiar y ordenar el profundo caos que estamos viviendo.
Jamás me cansaré de decir que la aportación más grande que podemos hacer a México y al mundo es captar, formar y proyectar a los maestros como líderes de la sociedad.
Nadie como ellos tiene vocación tan noble y la mayoría de las veces tan poco valorada y compensada.
A través de los maestros alinearemos la ética y la conducta al orden natural y racional de las cosas transmitiendo en el aula éstas cuatro virtudes:
La Justicia- Para enseñar en el aula a dar a cada quién lo que le corresponde y jamás pisotear la dignidad humana.
La Bondad- Para aprender en la convivencia a tratarnos cómo iguales y seres interdependientes. Aprendemos a no cuidarnos unos de otros sino a cuidarnos unos a otros.
La Verdad- Para poder pensar, discernir, decir y actuar con absoluta libertad, de acuerdo a nuestros valores y capacidades. Para alcanzar con plena conciencia aquello que queremos en nuestra vida.
La Misericordia- Para entender que es de humanos errar y que cualquier ser humano tiene el derecho a equivocarse y a tener una segunda oportunidad. Aprender a vivir sin odios y sin resentimientos. Aprender a disculpar y disculparse.
La escuela es el espacio físico pero sobre todo es el templo espiritual donde un maestro puede a través de la ciencias, de las artes y de la cultura transmitir éstos valores a sus alumnos. El hogar es escuela, la empresa es escuela y muchas veces la calle también es escuela. ¿Qué valores hay en mis distintas escuelas?
Siempre que hablamos de educación estamos más preocupados y ocupados por los idiomas, programas, tecnologías, campos deportivos, instalaciones, políticas y politiquerías con la que se conducen lamentablemente las autoridades educativas y los padres de familia. Pero pocas veces nos preocupamos por el desarrollo humano, material y espiritual de los maestros.
¿Quieren cambiar el mundo?
¿Quieren ordenar el caos que hay en él?
¡Inviertan en educación y sobre todo en los maestros! Podrás tener las mejores instalaciones, computadoras y campos deportivos; pero si no tienes buenos maestros no tienes absolutamente nada.
Tienes la tienda pero sin el “Arca de la Alianza”. Hagamos una nueva alianza educativa con las autoridades, los padres de familia pero sobre todo escuchando a los maestros.
No nos hagamos bolas, para que exista una verdadera educación se necesitan sencillamente dos cosas:
- Un alumno dispuesto
- Un gran maestro.
Todo lo demás es accesorio.
Noah Yuval Harari, en su célebre libro “De animales a dioses” nos habló de cómo a partir de la revolución cognitiva y del descubrimiento del fuego nuestro cerebro recibió la proteína necesaria para desarrollar el pensamiento consciente y el lenguaje. Aquellos primeros “hombres sabios” a través de éstos mitos y narrativas fueron conversando y transmitiendo el conocimiento para fundar sistemas de cooperación que le ayudaran a sobrevivir en ambientes tan hostiles. Así pasamos de estar de la mitad de la cadena alimenticia a ser el primer eslabón de la misma.
Logramos esto no por ser el depredador con más fieros colmillos y mayor tamaño o musculatura, sino por generar estrategias a partir de un lenguaje que nos permitiera cooperar en miles.
Para ello se necesitó siempre de maestros, de liderazgo y de un lenguaje que empatara con los valores de la comunidad.
Sin temor a equivocarme en éste sencillo relato describimos con claridad de cómo pasamos de un “Hombre de Cromagnon ó Neanderthal” a “Homo Sapiens”.
Digámoslo así: Aquellos que fueron capaces por cualidades naturales, evolutivas y adquiridas de ejercer un liderazgo, un nuevo conocimiento y transmitirlo con asertividad a su tribu o clan fueron los primeros líderes-maestros de la historia. No se puede explicar la historia ni la evolución sin el papel de los maestros.
Hoy lamentablemente en México a cada maestro le dedican $75.00 pesos anuales para capacitación. ¡Burla! Lo que te cuesta una torta y refresco.
“Lo que no está en tu agenda y tampoco está en tu presupuesto no es prioridad”. Los líderes políticos del México de hoy y de antes no quieren un sistema educativo que funcione bien y le temen profundamente a los maestros porque no son fáciles de manipular.
Malalá Yousafzai, Premio Nobel de La Paz dijo:
“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo. ...
Hay gente que no quiere cambiar al mundo y le teme a la educación; por eso en el magisterio en el que he colaborado en los últimos meses el maestro que menos sabe leer. Por ello las autoridades le temen y le respetan porque saben de su capacidad de influir en los demás.
Debemos exigir como ciudadanos a través del voto que pongan en la agenda pública la educación y en ella el papel preponderante de los maestros.
Si un maestro está bien los alumnos estarán bien. El estado de ánimo de los maestro es importantísimo.
La manera más sabia de mejorar nuestro mundo es formar maestros líderes en valores, con una gran autoestima y que tengan mejores salarios y prestaciones para que puedan dedicarse y consagrarse en cuerpo y alma a la formación trascendente del alma de los futuros ciudadanos.
¡Quién forma un maestro está impactando en cientos y miles de personas!
Porque decía Paulo Freire que “la educación no va a cambiar al mundo, va a cambiar a las personas que van a cambiar el mundo” y para eso son imprescindibles los maestros.
La palabra “HÁGASE” del “Gran Maestro” fue la que puso orden en todo el universo. ¡Hagamos mejores maestros para que ellos hagan mejores ciudadanos!
PORQUE PARA CONSTRUIR GRANDES SOCIEDADES PRIMERO DEBEMOS CONSTRUIR GRANDES PROFESORES