La línea entre si una acción está bien o mal siempre será muy delgada, y en ese escenario se encuentra el planteamiento de legalizar los arrancones en Puebla, como en cada caso, siempre hay voces a favor y en contra.
El accidente automovilístico que se registró la madrugada del pasado 22 de noviembre en la Vía Atlixcáyotl evidenció la problemática que desde hace varios años se vive en dicha vialidad y otras de la zona conurbada.
Si bien los anteriores gobiernos hicieron sus intentos por inhibir dichas prácticas, estas fueron en vano y para muestra los resultados, según información de la propia Secretaría de Seguridad Pública, de 2018 a 2024, solamente se detuvieron a cuatro personas por participar en carreras clandestinas.
De ahí que la actual administración haya hecho el planteamiento de legalizar los arrancones, abriendo un gran debate alrededor del tema, entre quienes lo ven como un área de regularizar el tema y evitar más muertes y entre quienes consideran que los decesos por accidentes automovilísticos aumentarán.
Bajo dicho escenario, surge una pregunta, ¿se vale legalizar algo para salvar vidas?
Posiblemente sea un caso muy extremo, pero bajo dicha premisa también podrían legalizar algunas drogas, como la mariguana, con el mismo argumento de que su consumo entre en una regulación supervisada por las autoridades y de esta manera acabar con su mercado clandestino.
Sería más sencillo atender a las personas que tienen problemas con el consumo de dicha planta, al contar un protocolo de atención, dosis permitidas a la venta, entre otro tipo de controles. Así como también sería más fácil la realización de carreras clandestinas con vigilancia policiaca y el acompañamiento de personal médico por cualquier incidente.
Pero en ambos casos, siempre está el riesgo de que las cosas salgan mal y en el peor de los escenarios cobren la vida de una persona.
Tanto en los arrancones como con la mariguana, hay voces que están a favor al ver un área de oportunidad positivo, así como existen aquellas opiniones que piensan que no contribuyen en algo bueno para la sociedad, sino por el contrario, fomentan la descomposición del tejido social.
Ya lo dice una canción: Los demás siempre dirán que lo que está bien, está mal.