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Estadio Manuel Lapuente

Todo indica que el dos veces mundialista y olímpico estadio Cuauhtémoc cambiará su nombre por el de “Manuel Lapuente”. En el Congreso de Puebla se presentó la iniciativa y el decreto estatal es inminente. El legado de don Manolo para el futbol poblano y en especial para La Franja es indudable e insuperable, solo don Emilio Maurer podría sentarse en esa mesa dentro del Olimpo Camotero.

Aunque habrá cierta renuencia y el hábito de nombrar por 57 años un inmueble tenga que cambiar, y se tope con la resistencia del subconsciente, la iniciativa fue recibida con beneplácito por los aficionados al futbol y la sociedad en general.

El sábado 25 de octubre de 2025, a los 81 años de edad, murió el máximo referente en la historia del Puebla y comenzó la leyenda que ahora será representada en piedra en el colosal estadio encavado en las entrañas de la ciudad, que recibirá el nombre de uno de sus hijos predilectos: Manuel Lapuente.

El nombre con el que fue bautizado el estadio que diseñó Pedro Ramírez Vázquez (Cuauhtémoc), no hacía alusión al último tlatoani mexica, sino a la cervecera que en aquel 1968 pagó alguna cantidad al gobierno de Puebla y que más adelante pasaría a formar parte de un conglomerado nacional (Femsa), que a su vez, la vendió a una trasnacional holandesa (Heineken).

Será difícil borrar la asociación natural del nombre del estadio en el que Maradona bordó el futbol en el mundial de 1986 y en el que el equipo de La Franja conquistó sus dos títulos de liga, pero será por una causa justa: honrar la memoria de quien precisamente fue el artífice de las hazañas deportivas de los Camoteros.

El estadio es la casa del Puebla; y el Puebla y Lapuente son uno mismo, son sinónimos. El renombramiento de Cuauhtémoc por “Manuel Lapuente” es un tributo ganado a pulso para la figura de quien fue, más que un estratega, un arquitecto de identidad.

Su origen, chilango de nacimiento, poblano de corazón, reflejó lo que él mismo forjó: una pertenencia construida con convicción. Lapuente simboliza el tiempo en que La Franja se sabía capaz de competir, y lo demostraba. No solo en su brillante etapa como entrenador sino desde su paso como futbolista: vital en la consolidación de la afición por el Puebla.

Recordarlo no es nostalgia: es memoria activa. Su legado está en la idea de que el Puebla podía ganar, podía trascender, podía ser más que un sobreviviente. Manuel Lapuente levantó trofeos y levantó una autoestima colectiva: como jugador con aquellos golazos al América y como entrenador, con la magistral conducción de un equipo de época.

Como ejemplo vivificador de la identidad que aglutinó Lapuente, recuerdo el discurso del decano periodista Enrique Montero Ponce, que en paz descanse, reunido en un póquer de leyendas poblanas con don Manolo, Emilio Maurer y José Ramón Fernández: “Manolo, te queremos y admiramos tanto, pero tanto, que te perdonamos que te hayas ido al América y hasta celebramos tu campeonato con ese c******* equipo”.


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David Badillo
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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