El día llegó y la elección se presentó, despues de que ALSTOM dijera que no y se bajara de la licitacion, la ganona fue la empresa china Zhuzhou Locomotive para fabricar los vagones que conectarán al AIFA con Pachuca; esto ha generado tanto expectativas como dudas. Este proyecto es cierto, promete transformar la movilidad de la región, pero también con esta elección se abre el debate sobre la calidad de los productos chinos y más en un sector tan estratégico como el transporte ferroviario.
Durante años lo hecho en China se asoció con bajo costo y mala calidad, eso se reforzó con los miles de productos que hace décadas inundaron nuestro mercado; sin embargo en la última década ese país ha dado un salto notable. Hoy presume tener la red de trenes de alta velocidad más grande y moderna del mundo, lo cual es cierto y con alto valor de innovación asociado.
Pero un tren destinado a mover miles de pasajeros diarios debe tener seguridad, eficiencia, calidad y larga vida útil. Se privilegió el precio más bajo de los chinos, casi menos de la mitad de lo que CAF puso en la mesa y el riesgo es terminar con un proyecto frágil y costoso de mantener a pesar que los asiáticos hayan dicho que darán 5 años de mantenimiento.
La clave no es únicamente contratar lo más barato, sino la capacidad de nuestro gobierno para exigir altos estándares, supervisar procesos y certificar materiales de fabricación para el proyecto; China puede entregar tecnología avanzada a costos competitivos, pero también puede adaptarse a las exigencias mínimas de un cliente poco riguroso y aquí es donde está la verdadera preocupación: si el gobierno de México no vigila con seriedad el tren AIFA-Pachuca, podría convertirse en un símbolo del típico lema de ”Lo barato sale caro”.