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Navidad en el desierto

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  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

La época consumista en estos tiempos insiste en imponernos al “filantrópico” personaje inventado por una refresquera con mil enfermedades (comorbilidades escondidas), que resurge todos los años y más después de la pandemia.

Reflexionar sobre la navidad nos lleva a obtener muchos resultados, experiencias y reflexiones. 

Desde el desierto (por ejemplo), en la Comarca Lagunera el contexto condiciona e impone el ánimo donde el factor climático pareciera define el festejo. 

En tiempos de niño, recuerdo que en esta época las chamarras y abrigos nos protegían del frío. 

Ahora el cambio climático nos impuso temperaturas de 25 grados en pleno invierno.

¿Una navidad con casi 30 grados y Santa Claus sin disfraz porque hace mucho calor?

Ignacio Manuel Altamirano en su novela “Navidad en las Montañas”, nos cuenta una historia entrañable con personajes que habitan en el monte viviendo en silencio la navidad, sin el ruido de la parafernalia, pero con el sentido evangélico de la natividad que es el espacio para compartir, reflexionar y buscar la paz y la armonía en comunidad y familia.

Como aprendiz empírico del comportamiento humano, la navidad es el tiempo más “psicoanalítico” que existe pues desde la serena auto observación en la navidad. 

En esta época todo es comunicación donde los sentimientos, ideas, deseos, recuerdos, etc., están a flor de piel. 

De fiesta en fiesta y de posada en posada nos damos cuenta cómo vivimos tiempos transformadores.

El verdadero significado de la navidad (para los cristianos), es comprender el “misterio” de la fiesta donde el protagónico personaje llamado “Jesús”, nos impone “terapia” con sus enseñanzas situándonos en el “amaos los unos a los otros” evitando el egoísmo, el odio, la envidia y todos aquellos sentimientos contrarios al amor. Si el amor todo lo puede, el odio todo lo destruye…

El ambiente en torno a la navidad donde el clima pareciera es impuesto por el consumismo neoliberal que nos taladra con un materialismo ficticio y artificial donde la nieve, el frio (con todo y bufandas, guantes y gorritos), se imponen para crear “ambientes” propios de las fiestas donde lo material y el adorno es lo que cuentan. 

Hasta nos disfrazamos de invierno para tomarnos fotografías y crear ambientes “ad hoc”. ¿Desorientados o ambientados?

La verdadera fiesta es en el interior del ser como la gente de las montañas o la gente sencilla del desierto, del mar, sin poses ni apariencias. 

Destaco el mensaje del Papa Francisco hace algunos años a propósito de la fiesta donde incita a la sociedad “insaciable de dinero y poder”, a mirar al Jesús pobre en un pesebre pobre. 

El consumismo ha opacado el verdadero significado de la fiesta y eso es verdad. 

Hay que recuperar el sentido de la navidad sea en el desierto, en el monte o la ciudad. 

Con frío o con calor. Feliz tiempo de nacimiento y cambio.


@CUAUHTECARMONA

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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