“Si no hay un cambio de régimen, no será posible detener el proceso de degradación que padecemos”. AMLO
En mi entrega pasada hice referencia a la estrategia que Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán, presidenta y secretario de organización de MORENA están llevando a cabo para afiliar a más de 10 millones de mexicanos.
Tarea titánica y desafiante porque como diría la morenista Tatiana Clouthier (muy seguramente pensando en Maquiavelo), el fin, no debe justiciar los medios.
Equivocadamente hay quienes sostienen que MORENA es el PRI de los años setenta cuando el partido fundado por Plutarco Elías Calles dominaba y controlaba la política en todo el país. En el México de los setenta, los poderes de la unión -en su conjunto-, estaban subordinados al ejecutivo federal.
Además, todos los gobernadores eran del tricolor junto con la mayoría de los alcaldes.
Esos fueron los tiempos del “presidencialismo” donde por cierto las mujeres fueron relegadas de la política.
Misóginos y machistas. Recordaban a las heroínas solo en las efemérides patrióticas y revolucionarias dentro de un discurso político manipulable y torcido para sus fines políticos.
Para los priistas defender la preeminencia del ejercicio del poder fue siempre su meta.
En palabras del cacique y ex gobernador priista de San Luis Potosí Gonzalo N. Santos, la moral, era un “árbol que daba moras”.
Ese tipo de cosechas aún siguen dando frutos, para muestra basta un botón: “Alito Moreno”, pero esa, esa es otra historia…
Pero volviendo al tema de ese presidencialismo la voluntad del presidente se asemejaba al absolutismo francés del siglo XVII.
Muchos presidentes de la República se comportaban como verdaderos monarcas donde la clase política estaba a sus pies. Fue el viejo régimen que se asemejó al “antiguo régimen” francés absolutista y monárquico.
La política debía gravitar en torno al SEÑOR PRESIDENTE en mayúsculas.
Con el surgimiento de MORENA y el resquebrajamiento del viejo régimen la vida política en el país tiene otro rostro y ante la comprensión social respecto al rumbo del país y de la política resuelto en las urnas, surge el movimiento encabezado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador que rompió con los paradigmas y con los usos y costumbres de gobernar.
Y ante el cambio paradigmático de la vida política del país, las preguntas que flotan en el partido que gobierna México con mayorías y con una aceptación popular inédita vale la pena preguntarnos:
¿Quiénes deben integrar la militancia de morena?
La respuesta sin duda es compleja y complicada porque muchos políticos han transitado a MORENA no desde la teleología (fines) del movimiento (hablando en términos filosóficos), sino desde sus intereses y desde sus vulgares ambiciones que se contraponen con la esencia del partido.
Muchos llegados a MORENA están buscando puestos, candidaturas y en el peor de los casos repetir las mismas prácticas con las que se formaron y crecieron en otros partidos donde la corrupción, los negocios y el tráfico de influencias fue su forma de vida.
En Morena deben cerrar las puertas a los “sátrapas, ratas, lurios y entrelucidos” parafraseando a la Senadora por Baja California Sur Lucia Trasviña, fiel y augusta militante de Morena. ¿Qué estaban haciendo muchos políticos llegados a MORENA en el 2012 o 2018?
Los mexicanos que deben integrar MORENA son los ciudadanos comunes y corrientes, esos que trabajan de sol a sol en el comercio, el campo, la fábrica, en una palabra, los mexicanos de a pie que están convencidos del cambio de régimen y del cambio radical de la vida pública.
De ellos debe nutrirse el padrón de la militancia morenista.
De los morenos que defiendan MORENA no para intereses personales o de grupo, sino para buscar el bien común.
Esa debe ser la bandera de Morena, por cierto, en el día de la bandera.
@CUAUHTECARMONA