La decadencia moral y política de los sexenios anteriores no se podría entender sin la anuencia del poder judicial ligado a los neoliberales y a las mafias del poder.
Hubo grandes complicidades por parte de algunos integrantes del poder judicial federal donde Ministros, Magistrados y Jueces de Distrito actuaron a consigna de los poderosos, esos que se sintieron dueños del país…
El Sistema Judicial Federal estuvo por mucho (con honrosas excepciones), al servicio (insisto), de las mafias del poder.
La justicia, parafraseando a Monseñor Oscar Arnulfo Romero (Obispo de los pobres), pareciera fue “la serpiente que mordía a los que andaban descalzos”.
Y fue así, pues un poder que se sintió intocable e infalible hacía lo que le daba la gana. Sin contrapesos y sin escrutinio ciudadano han hecho y desecho. Reflexión que nos lleva a preguntarnos como Juvenal:
¿Quis custodiet ipsos custodes? ¿Quién vigila al vigilante?
El problema esencial fue planteado por Platón en la República.
Su obra sobre el gobierno y la moral nos recuerda la discusión.
Pero la verdad es que Ministros, Magistrados y Jueces de Distrito nadie los cuida o mejor dicho se vigilan entre ellos mismos sin una vigilancia popular protegiéndose entre ellos.
Este que escribe en su momento interpuso una queja contra juzgadores federales (Magistrados y su secretario proyectista), y el Consejo disciplinario del poder judicial respondió mi queja con una sarta de perogrulladas y eufemismos de protección y deslinde a pesar que los hechos denunciados eran evidentes y axiomáticos.
Y a las pruebas me remito…
La propuesta que presentó en su momento el presidente Andrés Manuel López Obrador y que la presidente electa Claudia Sheinbaum hizo suya sobre la reforma judicial es más que necesaria y pertinente.
Además debe incluirse el error judicial y la responsabilidad del estado cuando los juzgadores emitan sentencias chuecas y arbitrarias o, cuando favorecen de manera arbitraria intereses particulares contra el bien público.
Existen mecanismos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que tienen que ver con cuestiones más que nada legaloides para resarcir los daños que puedan incurrir los juzgadores en materia penal, pero sobre conductas en el arte de decidir sobre cuestiones jurídicas en última instancia estás son inatacables cual ley divina inspirada por Moisés en el Monte Sinaí. Aquí aplica el dicho: “Palo dado (que dé la Corte) ni Dios lo quita…”.
Las actuaciones de algunos juzgadores en tiempos de la 4T están quedando al margen de los cambios profundos.
Esto no lo podemos permitir pues el poder soberano del pueblo, ese que eligió por mayoría la continuidad para la construcción del segundo piso no puede ser omiso dejando en terracería al poder judicial de la federación.
Es importante abrir el debate a nivel nacional donde las universidades públicas y sobre todo facultades de derecho también le entren a la discusión.
La sociedad exige una justicia pronta y expedita que responda a las injusticias donde los derechos humanos sean el coralario de una justicia real y efectiva.
La sociedad exige que todos los poderes de la Unión se transformen y que ninguno se quede rezagado. Incluyendo a los organismos y universidades autónomas.
Basta ya de esconderse en la “autonomía” para mostrarse intocables, opacos e infalibles. Rendición absoluta al poder soberano del pueblo.
Extinción de los clubes de toby o los cuates de chabelo.
El cambio al poder judicial que se avecina no debe quedar en la retórica sino en un cambio trascendente donde la norma suprema, nuestra Constitución sea la base tutelar de los derechos humanos en un país lleno de injusticias y de una monstruosa desigualdad donde los que menos tienen sean prioridad y sus derechos sean intocables.
@cuatecarmona