En México el 30% de los estados son gobernados por una mujer, y significa un 21% de la población.
Pero en Tamaulipas no ha sido posible vencer resistencias en la lucha por el poder y desde hace 26 años que no se postula al género para este cargo.
Juana García Palomares fue candidata en 1992 por el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, y en 1998 Elizabeth Calderón Contreras y Nelly López Vera participaron por el PT y el PVEM.
Toda una área de oportunidad para acelerar la formación de cuadros femeninos que ejerzan el derecho a ser postuladas.
Ya lo decía García Palomares en una conferencia hace más de un año, “Tamaulipas se quedó en el limbo”.
La vida la llevó a la política y a sus 32 años disputó la gubernatura en terreno minado para las mujeres.
Era el otoño de 1992, y después de ella solo dos féminas más siguieron sus pasos seis años después. Y párele de contar.
En su campaña, ella buscaba cimbrar conciencias. Llamaba a crear sociedades igualitarias pero, no para estar enfrentados mujeres y hombres, sino para impulsar grandes transformaciones.
Tenía razón. Y lo más lamentable es que en un estado con mucha población masculina machista y misógina, la violencia de género a veces viene de las propias mujeres.
Es el día a día y no solo en la política, hay quienes no tienen la menor idea de lo que significa la sororidad, y si lo saben no lo practican, que violentan casi siempre en forma sutil, pasiva, mustiamente, muchas veces aliadas con hombres, para invisibilizar a otras.
Pero también hay mujeres generosas, sororas, solidarias, cálidas, humanas, seguras de sí mismas y que no van por la vida viendo cómo amenaza a otras.
Este viernes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, fecha que destaca la lucha histórica de las féminas por sus derechos y por una equidad de género, y que tuvo su origen en las movilizaciones de trabajadoras a principios del siglo XX, en demanda de mejores condiciones laborales, derecho al voto e igualdad ante la ley.
Ciertamente, no es una fecha para felicitar, pero sí para hacer un alto en el camino para reconocer las deudas que se tienen con el género, desde todos los ámbitos.