En el momento que escribo esto estoy terminando de darle forma a un nuevo curso sobre gestión del tiempo enfocado a personal operativo. En el prediagnóstico de encuadre me topo con la situación recurrente de que hay poca motivación para atender de manera eficiente y eficaz los proyectos o actividades que se les fueron asignados, y eso quieren arreglarlo con un curso. Ajá.
Sin darle muchas vueltas, esto no siempre es un problema de capacidades y habilidades, sino de cultura organizacional (valores, comunicación, recompensas). La gente no siente empatía organizacional y comienzan a elevarse las inconformidades, a alargarse tiempos de operación y a brincar los indicadores de productividad; y la dirección dictamina que el problema es que no se esfuerzan o no saben organizarse. Ajáx2.
La procrastinación normalmente es un indicador de desmotivación, y de eso va la ley de Parkinson, que enuncia (y cito) que “el trabajo se expande hasta que ocupa por completo el tiempo destinado para su realización.” Esto significa que tardas más tiempo del necesario para realizar una tarea o que procrastinas y finalizas la tarea justo antes de la fecha de vencimiento. ¿Te suena familiar?
¿”Red flags” de que tu empresa tiene Parkinson? Retrasos en producción, quejas de clientes por incumplimiento de entregas, indicadores en rojo o amarillo. Personal desesperado, enfermizo, quejoso, belicoso, cuestionador…
¿La cura a esta situación? Identifica procesos clave de tu organización que presentan retrasos recurrentes. Después, divídelos para hacerlos más cortos, y asígnalos a personas que desde el punto de vista de motivación estén en mejor disposición de realizar esas actividades, porque una persona motivada aprovecha el tiempo y no la andas carrereando, porque eso también quita tiempo. Éxito.
