Jorge Gerardo Rodolfo Fernández Noroña fue pobre.
Desde hace años Gerardo Fernández Noroña ha sido uno de los principales promotores del movimiento político que encabeza Andrés Manuel López Obrador, el que enarbola la austeridad y cero lujos, pero casi a la par mejoró notoriamente su situación económica tal como lo ha demostrado él mismo a través de sus redes sociales en las que publica sus viajes y sus gustos culinarios.
Sin embargo poco recuerdan que “Noroñas”, como le dicen algunos, comenzó su carrera política nacional como segundo de a bordo del movimiento de deudores de la banca que surgió en el sexenio de Ernesto Zedillo tras la crisis del Error de Diciembre.
En los 90 el ahora legislador federal del Partido del Trabajo logró escalar hasta presidir la Asamblea Ciudadana de Deudores de la Banca, en donde cobró notoriedad por sus protestas en las que -era como el culmen- casi siempre era retirado, retenido o detenido por fuerzas de seguridad.
Eso llamó la atención del entonces perredista López Obrador, quien lo cobijó impulsándolo a ocupar cargos en la estructura partidista y curules en la Cámara de Diputados. Pero… su estrella parece haber venido a menos.
En los últimos años parece haberse enfriado la relación con el presidente luego que Noroña se ha mostrado ufano disfrutando de algunos de los placeres mundanos que, en el discurso, el obradorato no permite, pero que en la práctica ejercen: una política de la austeridad teórica pero del despilfarro práctico.
Hace apenas unas semanas Noroña se quejó amargamente de que no había sido convocado para ocupar un cargo importante en la próxima administración federal luego que hasta fue una de las corcholatas presidenciales de AMLO. Dice que ya aceptó quedarse como senador al pendiente del avance de las reformas obradoristas que se pretenden aprobar en septiembre, con la nueva legislatura. Mejor para él.
Si hoy desdeñan a Noroña, podría ser que en septiembre sea el hombre más valioso para López Obrador -y el as bajo la manga de Sheinbaum-, porque bien podría, junto con la banca del PT, resistirse un poquito a pasar las reformas en el Congreso de la Unión teniendo a su favor el tiempo y el ocaso del sexenio de Andrés.