Ayer recordé que fumaba. Y fumé por mucho tiempo.
También recordé a mi abuela paterna y sus hermosas manos, afiladas, blancas y con manicura. Colgaba de su dedo anular una piedra verde. Tenía modos discretos a la hora de fumar.
Ella fumaba los clásicos cigarros Raleigh con filtro. La nostalgia de los años 70: Sir Walter y su sombrero de pluma y un membrete de letras rojo. La cajetilla blanda.
"La vida es diversión, Raleigh es felicidad. Con Raleigh, la diferencia está en el tabaco", rezaba el slogan publicitario de la radio; los cigarrillos también eran publicitados dentro las trasmisiones de corridas de toros en la Plaza México por el locutor conocido como Paco Malgesto; o en spots televisivo con el actor Pedro Armendáriz Jr.
Mi abuelo materno -bendito sea- era fumador. Sus preferidos eran los Baronet rojos. Una marca muy popular en aquellos tiempos de mi niñez. Había Baronet verdes (mentolados) y blancos (light). A veces so pretexto de irle a comprar sus cigarrillos aprovechábamos para aprovisionarnos con dulces para todo el día. Mi abuelo nunca pedía el "vuelto" del billete.
Una pareja feliz: "¿Por qué fumas Baronet?", pregunta una chica guapa. Y contesta con voz varonil el hombre que luce bigote setentero: "Porque me gustan". Así de sencillo.
Ayer recordé que fumaba. Y mucho...
Recordé tus inseparables Marlboro 100's. Largos, muy largos. El cigarrillo descansando en el cenicero de cristal liso de un verde oscuro. El hilo de humo ascendente al alto del techo. El olor a tabaco. El encendedor encima de la cajetilla de B&H dorados que de vez en cuando alternabas con tus cigarrillos de siempre. Ha llegado junio, el mes de la nostalgia.
Ayer recordé que en sueños aún huelo el humo. Y que a veces mi paladar extraña el sabor del alquitrán: qué ansiedad.
He vivido estoica. Y sin bocanada de humo que haya mediado entre el Netflix y yo, pude ver capitulo, tras capitulo a Don Draper (Jon Hamm) encender sus Lucky Strike, en la serie de culto para publicistas y fumadores: "Mad Men". Según el conteo realizado por la revista Esquire, de Estados Unidos durante las siete temporadas, los protagonistas encendieron 924 cigarrillos (de utilería).
Dicen que el cigarro no es la vida. Es tan solo vanidad. Simple y llano consuelo hedónico ¡qué rico es fumar!
Y aquí va un personalísimo conteo: un año, cuatro meses y veintidós días sin fumar, lo que equivale a 500 noches libre de humo: "La vida sin cigarrillo es inhumana", ya lo dice J. Sabina.
En el día mundial sin tabaco recordé un viejo amor.