Hoy me encuentre una publicación del Museo del Tiempo Tlalpan, A.C., sobre el casete, ese —extraño— objeto de una cinta de plástico café enrollado en un minúsculo carrete que permitía grabar voces y sonidos.
El casete fue fundamental, sobre todo, en las décadas de los setenta y ochenta hasta a finales de los años noventa, cuándo se utilizó de manera más comercial y social.
Sus orígenes están en el año 1963 cuando fue inventado por el ingeniero holandés Lou Ottens, quién falleció en marzo de 2021 a la edad de 94 años, nos explica el museo del tiempo en su cuenta oficial de redes sociales. El ingeniero trabajó toda su vida profesional en la empresa Philips.
Durante los años ochenta y parte de los noventa, este objeto se convertiría en el sustituto del famosísimo disco long play o de larga duración, el acetato que hoy se ha convertido en un artículo de culto al igual que el casete.
Pero el casete tuvo también si transformación, fue los “cartuchos”, unos casetes enormes que parecen video juegos de consola, que eran muy usados por los abuelos de aquella época hasta el casete estándar que se conoce hasta ahora.
El casete “revolucionó el mercado musical, durante décadas marcó la industria musical, también gracias a la invención del Walkman en 1979, el reproductor de casetes para llevar”.
Fue precisamente a partir de la ascensión del walkman que el mercado del casete amplió sus posibilidades. En cada hogar y automóvil, además del naciente mercado juvenil, había un magnetófono o reproductor de casete, algunos le llamaban grabadora.
Mis hermanas mayores, por aquel entonces, andaban muy a la moda, con sus walkman y sus patines de cuatro ruedas (rollers).
Y era una señal de amores que pretendientes y amigos grabar en los casetes las listas de canciones dedicadas.
En la actividad periodística fue fundamental para las grabaciones de entrevistas y otras coberturas. Era obligado también portar una pluma Big para rebobinar la cinta sin gastar las baterías (pilas) de las grabadoras.
El casete — nos explica — fue reemplazado por el CD, que Ottens y su equipo también ayudaron a inventar.
“Aunque durante mucho tiempo se creyó muerto, el casete sigue vivo hoy. Desde hace varios años está experimentando un resurgimiento”.
Desde hace sesenta años se han vendido más de 100 mil millones de casetes en todo el mundo, concluye el museo.
También se han convertido en objeto de culto.