Es sutil la diferencia que tiene la definición de valores en su uso, me he centrado en aquellos que son el faro orientador en mi vida, tanto en la privada, como la pública. La fidelidad la guardo y la fortalezco cotidianamente en el espacio que deba de hacerlo, sin mayor abundamiento. Esta definición surge en mi vida como una declaración personal que se entrelaza con otros valores, mezclados con sentimientos, su ejercicio me provoca un tremendo gozo y orgullo al verme recompensada en igualdad de condiciones, ello se hace con acciones, reacciones y, obviamente, a partir de definiciones. Es algo simple y sencillo para una persona como yo.
La lealtad tiene una vertiente de creación mucho más de filigrana, se hace con dedicación artesanal, en la que su crecimiento depende e implica la participación de otro, u otros, en donde el marco de valores de cada uno influye para darle fortaleza y dirección a la acción, que en la gran mayoría de las circunstancias está orientado a la conclusión de objetivos comunes y recompensas distribuidas.
La lealtad es el hormigón en el que se salvaguardan las personas para lograr objetivos comunes, pienso a veces que ese valor es el telar en el que se entretejen todos aquellos valores que nos permiten pensar o definir que somos buenas personas. La lealtad es el mortero con que se adhieren las de aquellos que buscan un interés colectivo, que no necesariamente tiene que ser con buenas intenciones. Pero esa es otra historia. La mía se ha referido a construir lealtad por buenas causas, las que significan ayudar al otro, compadecerse por la desgracia ajena y gestionar acciones que ayuden a paliar la adversidad.
Son tantas las razones, y a veces pocas las personas de las cuales podamos sentirnos leales, pero esa es la condición humana: las distintas caras que se muestran, los diferentes sentires que nos ofrecen, que en ocasiones llegan a confundirnos y, a veces, ante la desilusión, a retractarnos.
Sin embargo, para mí es importante mantener vivo este valor en mi diario caminar, con convicción y fortaleza, por ejemplo, a la elección de mis valores, con aquellos con quienes comparto un ideal, y el más relevante, el que más me ha hecho vibrar: mi Patria, mi México amado.