El lunes de esta semana, el gobernador de Texas, Greg Abbott, firmó una ley que hace mucho tiempo venía buscando que permitirá, a partir de marzo del año próximo, que las policías estatales puedan arrestar y en su caso deportar a ciudadanos que estén ahí sin los documentos legales que se los permitan.
La ley es un escalón más, pero mucho más grave, en las múltiples medidas que el gobernador texano ha implementado en contra de la migración y por lo que se ha vuelto una especie de ídolo entre el conservadurismo xenofóbico; en Texas trae 48 por ciento de aprobación.
La ley ha recordado a muchos lo que sucedió hace 13 años, cuando el entonces gobernador de Arizona firmó una ley similar que daba a las fuerzas policiacas locales el poder de utilizar las leyes migratorias federales. Aquella ley fue al final de cuentas descartada por una decisión de la Suprema Corte de Justicia estadunidense.
Pero la apuesta de Abbott puede tener otro destino porque la Suprema Corte de Justicia de hoy no se parece en nada a la de hace 13 años.
En aquel momento la votación quedó cinco contra tres, ya que la jueza Elena Kagan tuvo que recusarse, ya que cuando trabajó para la administración del presidente Obama trabajó como la abogada del gobierno frente a la SCJ en contra de aquella ley.
Los cinco votos a favor fueron del autor de la decisión, el juez Kennedy, que ya no está; la jueza Ginsburg, que tampoco está; el juez Breyer, que también se retiró. Queda la jueza Sotomayor, que sigue ahí, y el presidente de la Suprema Corte, Roberts.
Los jueves Thomas y Alito, que siguen ahí, votaron en contra igual que el juez Scalia, que ya falleció. De los jueces o juezas que ya no están tres fueron nominados por Donald Trump (Kavanaugh, Barrett, Gorsuch); una por Biden (Brown Jackson).
Son estos cinco jueces, a veces acompañados del presidente Roberts, los que han cambiado a la Suprema Corte estadunidense, los que han terminado con decisiones históricas que hacían de EU lo que era; la más importante, el derecho al aborto que estos jueces han terminado.
Hay cinco conservadores. Suficientes para que la ley de Abbott sea considerada válida y que, seguramente, Texas implementará y otros estados gobernados por conservadores se apurarán en seguir.
Tardaremos en saberlo, el camino judicial no es rápido.
Pero más valdría estar preparados para tal barbaridad.