Vivarachos como son, con la experiencia de 2018 y 2021, en Morena acomodaron su convenio de coalición con el PT y el Verde de manera que pudieran argumentar ante el INE que con menos de tres cuartas partes del voto podrían obtener esa misma mayoría en el Legislativo.
Todo indica que el viernes, cuando el INE lo debata, así será, lo habrán logrado plenamente en la Cámara de Diputados y se quedarán muy cerca en el Senado de la República, les faltarán unos tres. Buena triquiñuela.
No hay duda alguna sobre la mayoría simple que permitirá al nuevo gobierno llevar a cabo muchos de sus planes, tener un presupuesto a su gusto y ajustar y cambiar leyes que le incomoden u obstaculicen. Normal.
El lío está para las múltiples iniciativas de reforma constitucional que envió el Presidente en febrero y que en aquellos días parecían una movida electoral y se han convertido en plataforma —y, creo, dolor de cabeza de su sucesora—.
Ya se comienzan a escuchar y leer rumores de cómo el PRI de Alito anda queriendo negociar los votos que le faltan a la coalición mayoritaria en el Senado para las reformas a cambio de algún favor o impunidad. Veremos si Alito quiere añadir eso a su reputación. Ahí están los dos senadores perredistas ahora sin partido. Tal vez con eso alcance. Bueno, y también está el PAN y MC, pero de ellos sabemos poco —más allá de broncas internas— ya hace un rato. Ya veremos si frente a una insensatez del tamaño de la reforma al Poder Judicial la oposición se porta como oposición (no se rían, ni tengan muchas esperanzas).
Pero mal haríamos en pensar que solo es la oposición con quien se negocia.
No serán pocos los diputados y senadores del Verde. Y esos cobran. De muchas maneras. Hay historia.
Y si uno revisa la lista de diputados y algunos senadores morenistas, pues son de “nuevo cuño” (estoy siendo generoso). Es decir, también tendrá un precio su voto, sus votos. Y el PT siempre cobra algo, eso está claro.
Eso que llamamos nuestro sistema de partidos da para todo y todo cuesta.
No vaya a ser que ahora al nuevo gobierno le salga más cara la triquiñuela que la verdadera negociación política.
