El domingo 10 de abril es Domingo de Ramos, el inicio de la Semana Santa, una semana en donde los estudiantes no van a clases, una semana que los destinos turísticos esperan siempre con muchas expectativas, y supongo que lo harán más ahora después de dos años de pandemia. Son días donde la gente toma vacaciones, pues, se desconecta, anda en otra cosa. Son días que se planean paseos con anticipación, como meses después se planea la Navidad.
Ese domingo 10 de abril se instalarán decenas de miles de casillas en todo el país para que los mexicanos empadronados acudamos a votar en el primer ejercicio de revocación de mandato.
A lo mejor soy yo, pero pienso que no es una gran fecha para un ejercicio nuevo en un país que, siendo el voto voluntario, mantiene niveles altos de abstención en la mayoría de sus convocatorias a las urnas.
Tal vez porque lo sabe y porque no está viviendo su mejor momento después de la casa gris, ayer revivió el tema que, por el lío de Houston, había perdido espacio en la discusión pública. No solo eso, advirtió que más allá de que se cumpla la cuota de participación que la haría vinculatoria, si la mayoría de los votantes dicen que quieren que se vaya, él se irá.
Ayer juntó los temas en la mañanera: “Entonces, arman todo esto para debilitar la autoridad del gobierno y en especial mi autoridad, porque si seguimos contando con respaldo ciudadano, ellos lo saben, no van a poder regresar y mantener sus privilegios de antes, no van a poder regresar por sus fueros, eso es todo. Y es muy peculiar porque dicen: ‘Es un gobierno autoritario, antidemocrático’, pero va a haber ahora una consulta; si está mal el gobierno, si no les gusta cómo gobierno, pues tienen la oportunidad”.
La oposición nunca ha sabido qué hacer con el asunto de la revocación.
La discusión se había vuelto enredada y legaloide: que si la pregunta, que si la promoción, que si cuánto cuesta… y empezaba a aburrir hasta los que más la quieren, sí, Morena (de este absurdo ya escribí hace unos días).
Después de unas semanas de curso en cómo no manejar una crisis, el Presidente ha encontrado en la revocación una respuesta. Quiere que el Domingo de Ramos tenga aroma texano.
Carlos Puig
@puigcarlos