En ningún aspecto de la vida pública mexicana es más evidente el triunfo de la narrativa construida todas las mañanas y en cada intervención pública del presidente López Obrador frente a la realidad y los datos que en la seguridad de los mexicanos.
Fueron la inseguridad y la violencia las marcas del sexenio de Felipe Calderón, y de otra manera lo mismo sucedió en el sexenio de Enrique Peña Nieto con eventos puntuales como la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa o lo sucedido en Nochixtlán, por mencionar dos de varios.
Desde el inicio del gobierno actual, el Presidente hizo que la narrativa se concentrara en él, en el hecho que todas las mañanas se reúne a las seis con el gabinete de seguridad y no en los resultados. Y la segunda parte fue aquello de abrazos no balazos para contrastar con dos sexenios en los que las violaciones a los derechos humanos de parte de las fuerzas de seguridad se multiplicaron con impunidad. Y para cerrar la pinza le entregó al Ejército la responsabilidad de la seguridad y ahora lo están haciendo los gobernadores de su partido, sabedores que, aunque nunca han tenido resultados, tienen mejor opinión entre la ciudadanía. Narrativa frente a resultados.
En estos años también el negocio y la operación del crimen organizado ha cambiado: otras drogas a producir y traficar, otras fuentes de ingreso como el mayor tráfico de personas y, sobre todo, la extorsión/derecho de piso/control territorial que implica violencia. Un delito, por cierto, que no aparece bien contado en los números oficiales porque, entre otras cosas, denunciarlo implica muerte para quien lo haga o más violencia contra su patrimonio y negocios.
Al mismo tiempo la austeridad ha reducido recursos para las policías locales y el crecimiento de la Guardia Nacional (con elementos de las fuerzas armadas) ha dado pretexto a gobernadores y presidentes municipales para entregar a la Federación la seguridad de sus territorios.
Los pleitos por el territorio siguen acumulando muertos en números que igualan y superan los sexenios anteriores. Nada indica, como en tantas otras cosas, que el Presidente cambiará la estrategia. Entre otras cosas porque su narrativa ha triunfado frente a los hechos.
Las cosas, por lo tanto, solo se pondrán peor o con suerte igual, que ya es bastante jodido.
Carlos Puig
@puigcarlos