Cultura

De los fierros a los cuernos

A estas alturas del partido mi corazón bandolero se debate en tres temas de profundidades insospechadas, el destino que correrán las estatuas del Che y Fidel, la paciencia que habrá de colmarse por parte de quienes padecen manifestaciones contra la gentrificación y el affaire de aquel sujeto de una empresa de software a quien, literalmente, agarraron con las manos en la masa en un concierto de Coldplay, situación que en absoluto exime a la masa que se dejó agarrar, por cuanta responsabilidad asiste a ambos infieles.

Sobre el primero de los casos, más allá del capricho por reafirmar una filia zurda y de provocar la ira de la banda que no profesa culto alguno a trasnochadas ideologías que hace mucho dejaron de tener sentido en el mundo, es de una elemental inteligencia comprender lo que representan las historias de vida de ambos personajes. Lo único que queda es esperar que algún cacharro de esos que pululan las calles hartando con su cantaleta de compra de fierros viejos le haga justicia a la revolución (cubana).

En el segundo punto, estaría fantástico que las cosas terminarán por tomar su rumbo y que fuera el libre mercado el que regulara las condiciones, como ocurre en todas las grandes ciudades del planeta. Pero, además, que se dignificaran los espacios en los que vive una buena parte de la población afectada, que el gobierno dejara de actuar con paternalismo y la gente se hartara de esas marchas que provocan más malestar que aquello que pretenden cambiar, pero al tiempo.

Por último, no deja de ser triste que el amor no encuentre su sitio, cuando entre tanta miseria aparecen destellos de su magia, cuya radiación es entendible que provoque tal nivel de envidia. Lo digo por esos dos incautos a quienes el destino torció por la vía de la kiss cam y de la indiscreción del güero Chris Martin. El problema es que los mancebos hayan tenido el descaro de llegar a casa oliendo a leña de otro hogar y sin los arrestos para arreglar sus asuntos. Algo que por lo demás no tendría que incumbir a nadie más que a los implicados y no a la bola de metiches que los han condenado a la hoguera por tener un romántico desliz.

En lo que a mí respecta, me importa una pura y dos con sal lo que hagan con sus cositas y cómo resuelvan el drama doméstico. Pero sí creo indispensable que ocurran varias situaciones: que los sensacionalistas dejen el amor en paz, los de Coldplay se pongan a hacer lo que mejor saben y el respetable se dedique a sus propios bisnes. Mientras tanto, considero seriamente enfundarme en mi camiseta de Chepillín e ir a la Condesa a darme aires de pueblo, aunque sea de pueblo gringo.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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