Aplaudo su congruencia y admiro su franqueza. A su estilo, categórico y hasta irónico, Ricardo Ferretti ha dicho NO a la Selección Mexicana. Sabe bien que dirigirla es un reto altamente desgastante del cual jamás se sale bien librado. Que es una silla tan caliente como la del mismo mandatario de la nación. (Con la diferencia de que en este país, no todos se sienten presidentes pero sí, entrenadores).
¿Tuca habría sido el ideal? Muy probablemente. Conoce el medio, conoce al futbolista mexicano porque literalmente “lo ha hecho”, conoce el pensar de los dirigentes y conoce los intereses de la estructura, sus fortalezas y debilidades.
Sabe comandar a un grupo, fortalecerlo, amalgamar egos y virtudes, aplacar indisciplinas y potenciar cualidades. Es un guía, un viejo sabio al que uno puede aferrársele al brazo para salir de un laberinto porque conoce todas las rutas.
Lamentablemente no supieron llegarle. Y no me refiero al precio. Necesidad alguna no tiene el segundo entrenador más ganador en la historia del futbol mexicano. No supieron cómo convencerlo o al menos cómo seducirlo con algún tipo de plan o proyecto.
Durante su interinato fue un tipo pragmático. Llevó a los mejores y hasta se dio el lujo de colocar en el mismo once a Hernández, Peralta y Jiménez, como para apagar desde su pizarra, cualquier polémica innecesaria sobre quién debía iniciar en aquel entonces.
Con Tigres ha construido un imperio y podrá gustar o no su estilo (para mi gusto el más dominante y el más dominado por un grupo), pero ha demostrado que con libertad de mando y planeación, se pueden llenar las vitrinas hasta convertir a un equipo como Tigres, en un equipo de época.
En fin, aunque sabíamos de su negativa para dirigir a México, es válido imaginar lo que pudo haber sido. “Caghajo”.
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