Le quedan cuarenta días al reloj de arena para que pase por su cuello de cristal la última partícula. El ambiente no es de melancolía. El ambiente, dentro y fuera de Palacio Nacional, no es el del final de nada o el del principio de algo. Ni en la conferencia, ni en la banqueta ni en los ríos rápidos de información que han caracterizado a los últimos seis años… casi seis años. Se están calentando los motores de septiembre. Que será el mes del grito. En plural.
Aparece ataviado de nuevo con lo que parece ser el mismo traje azul y zapatos negros de ayer. O, tiene muchos iguales, como aquel líder obrero Lombardo Toledano, pensarán sus adversarios. De inmediato a la rutinaria sección de las mentiras. Más puntualmente, la sección de los desmentidos. Como todo lo rutinario. Luego, amplio informe -80 minutos- sobre operaciones, avances y obras o recates antropológicos alrededor del Tren Maya.

“Vamos a contestar preguntas. Quedó pendiente Dalila (Escobar), de Proceso”. Periodismo incómodo (¿… es pleonasmo?). Pero ya le tocaba y le cumple. El tema central, la inminente votación en el Instituto Nacional Electoral y la asignación de curules, que daría a Morena y aliados la mayoría calificada en la Cámara de Diputados -y con ello la posibilidad de modificar la Constitución para, entre otras polémicas cosas, elegir a jueces y magistrados por el voto popular. Tras ‘subir la escalerita’, la reportera llega a donde va: “Presidente, pero bajo los principios que usted ha manejado, ¿esta manera de acaparar de alguna forma las curules no ponen en riesgo la democracia, sobre todo cuando usted ha dicho que la democracia es pluralidad?”. Respuesta pronta: “Sí, pero es la voluntad del pueblo… esto es lo que decidió el pueblo. Entonces, como no le conviene a la oligarquía y a sus voceros y achichincles, con todo respeto, pues ya no es válido el voto”. Sobre el paro de trabajadores que a partir de hoy lo es en todo el país, el mandatario matiza. Y es que ayer les dijo ‘paleros’. Hoy, “para los trabajadores, libertad, no represión… en vez de perjudicarse, se van a beneficiar, el asunto es con los de arriba”. Sobre el tiempo que pudiera durar el paro… “no importa, no importa”. Sobre el texano Javier Corral, ex senador panista y ahora senador electo de Morena: “¿Diría algo sobre el aumento de las propiedades que ha tenido y que se le ha señalado también al ex gobernador de Chihuahua?” “A cuál de ellos? -responde con otra irónica pregunta el Presidente”. “A Javier Corral”, puntualiza Dalila. “Ah, no tengo información sobre eso. Tengo información de lo que sucedió, cuando Duarte, y otros que se han enriquecido al amparo del poder público, pero no tengo información sobre enriquecimiento ilícito de Corral”.
Una colaboradora le lleva al atril una serie completa de la lotería. Son 20 cachitos, pero con distintos números. Es una muestra nada más, para anunciar el tradicional sorteo del 15 de septiembre… en el que la tradición ahora es que se rifen bienes incautados. Y hace el promocional: “ Los premios son casas —son 40 millones, primero— casas, relojes y joyas y reintegros. Pero tiene una novedad ese sorteo, que todos los premios se van a entregar. Si no sale a la primera… no va a quedar nada, y todo es del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado”. De a 250 varitos. Aunque las casas, los carros y las joyas “no son la felicidad”. Podemos aplicar el criterio de excepción, digo.
Salgo de Palacio. Piso la calle de Moneda -por cierto. Y me brota la definición que hizo el dramaturgo irlandés, George Bernard Shaw, cuando en 1936, al final de un viaje por acá, le pidieron explicar lo que era México. Y dijo: “Es un país donde se venden billetes de lotería, los unos a los otros”. Descripción perfecta. Camino y canto… cachito, cachito, cachito mío….
@diazbarriga1