Héctor Mendoza muere un 29 de diciembre de 2010, hace 15 años. Fui alumno del maestro Mendoza en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y después su discípulo en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM. Conocí a Héctor Mendoza dirigiendo, enseñando actuación y en los procesos de las metodologías para lo que ha sido su testamento artístico en nuestro país. No fue mi amigo. Tampoco fui su fan. Lo fui desgranando y entrevistando en mi oficio de periodista, desde que lo conocí, hasta su partida. Siempre tuve con él la actitud de un espectador sensible. El teatro se representa, no se explica.
Aprendí con él a ser crítico de actores, dramaturgos y directores. Sin esa triada no hay espectáculo visual donde el teatro brille intensamente y nazca un montaje que produzca la chispa de la sorpresa que estremezca. Hay teatro para gente que solo quiere divertirse, aprender o reconocer valores de cambio. Mendoza tenía esos pivotes de lo que el público anhelaba. No en balde se considera el maestro que renovó la escena nacional, junto a directores como Julio Castillo, Juan José Gurrola, Luis de Tavira y Ludwig Margules. Hoy hay enormes directores de escena que hacen un trabajo excepcional pero no han creado estamentos de continuidad para revolucionar el escenario. Aprecio los montajes de Richard Viqueira o Cristian Magaloni, la dramaturgia de Sabina Berman o Luis Mario Moncada en cooperación con Martín Acosta, pero son expresiones personales que no apuntan a momentos estelares del teatro que se dio entre 1956 con Poesía en Voz Alta, hasta cerca de los años noventa, cuando el teatro era referente indiscutible en las artes visuales.
Cuando muere Héctor Mendoza el mejor teatro de esa época ya es pasado. Una historia que cuesta trabajo reproducir. Extraño las formas de dirección y actuación con una dramaturgia que enlaza la puesta en escena. En mi criterio hay un abuso, o del director o del dramaturgo para unir al actor en la repartición del arte creativo. Hay montajes a lo largo de este tiempo donde los teatreros ganaron libertad, pero ninguno de los actuales ha logrado influir como lo hicieron las personalidades citadas. No es nuevo. Por eso hoy el recuerdo de
Héctor Mendoza.
