Cultura

Dos grandes novelas

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Que antes de terminar 2019 existan dos grandes novelas publicadas, es grato. Pero además, de escritores mexicanos. Geney Beltrán (Tamazula, Durango, 1976) apostó como tema el rapto y la violación a una menor de edad. La forma y el fondo para contarlo es simplemente excelso. Enrique Serna se fue por el alcoholismo como trasfondo de la personalidad del periodista Carlos Denegri. Las dos tocan la historia de México. La primera, la violación y el avance del narcotráfico en las serranías en los años 70 —que concluye en la época actual—; y la segunda, la corrupción entre medios y poder en los años de eso que llamamos PRI.

Adiós, Tomasa, de Geney Beltrán, tiene un hilado zigzagueante que va y viene entre el ayer y hoy de los sucesos acaecidos en aquellas fronteras donde se juntan Durango, Chihuahua y Sinaloa, conocido como el Triángulo Dorado. El escritor juega con la diversidad del lenguaje, localismos de la región, habla popular y el labrado de un narrador impecable en su estilo, con usos lingüísticos de otros ayeres que apuestan por los conocimientos de un lector exigente. Beltrán cuenta su obra con los ojos de un niño…

El vendedor de silencios podría ser una novela histórica. Es la recreación de los años comprendidos entre 1940 y 1969, que de forma lineal van transcurriendo en la voz del periodista que recuerda, que arma ficheros negativos con información fidedigna de los compradores de conciencias, ahí donde un periodista es bueno por lo que omite y no por lo que publica. Junto al hombre mediático pasan horrores del México de Maximino y Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, los dueños del país y los gustos de la gente, con sabor a PRI.

Dos novelas distintas literariamente importantes bajo el rigor de autores con estilo propio. Existe más público para un personaje como el periodista corrupto —porque atañe a la nación, a la política, con nombres y apellidos reales, y obviamente a los medios de comunicación, los chismes… Es casi un bestseller, término que espero no moleste a Serna. En la otra novela el personaje y sus victimarios son anónimos, gente de la sierra. Tomasa es el caso de miles de mujeres que son violentadas en su sexualidad. La novela es cruda, tremendamente violenta. Podría ser un longseller si la editorial supiera apostar por la literatura con mayúscula.

La tiene más fácil Serna que Beltrán. Las dos piezas podrían acaparar premios literarios de prestigio. Enrique Serna, mayorcito que acaba de cumplir 60 de edad, merece honores por su trayectoria. Es el mejor de su generación. Beltrán, de apenas 44 sería igualmente una gran apuesta literaria como lo fue otra gran novela de hace varios años: Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor. O Álvaro Enrigue, que en 2018 dio a conocer Ahora me rindo y eso es todo —que merecería más proyección. Sumando las obras mencionadas podríamos decir que hay un renacer muy poderoso de la novela mexicana. Hacía mucho que esto no pasaba…

Uno tiene que estar feliz por estas razones. Como lector, no como crítico especializado. Porque por ahí igual a uno se le escapan otras obras —como libros de poesía—, no leídos. No dudo que más de uno me lo recordará…

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Braulio Peralta
  • Braulio Peralta
  • juanamoza@gmail.com
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz, De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España, y El clóset de cristal. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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