Maciel no descansa ni en su tumba. A once años de su muerte sus pecados lo persiguen. Es el mayor y más siniestro depredador sexual en la historia de la Iglesia. El informe de los Legionarios registra 60 menores violados, sin embargo, muchos aseguran que son más de 100 niños transgredidos por el retorcido fundador de los Legionarios de Cristo.
Ha llegado el momento de realizar exámenes profundos y agudos análisis críticos sobre las consecuencias de su comportamiento. Es claro que Maciel no es el criminal solitario y supo construir un tenebroso imperio de poder basado en el engaño y la simulación. Tuvo en la estructura de la Legión el soporte para sus fechorías, que consentía su vida de lujos extravagantes, consumo de drogas y sus patologías sexuales.
Encontró en la curia romana, a la que sobornó, un manto de cobijo e impunidad al más alto nivel del pontificado de Juan Pablo II. Jason Berry en su voluminoso libro “Las finanzas secretas de la Iglesia” dedica un capítulo a la corrupción entre Los Legionarios y altos jerarcas de la curia romana. En México Marcial Maciel cautivó a las élites del poder. Contó con la complicidad criminal del cardenal Norberto Rivera y del nuncio Girolamo Prigione. Grandes empresarios del Grupo Alfa, de Monterrey, fueron sus aliados incondicionales así como Carlos Slim, los hermanos Vázquez Raña y Alfonso Romo.
El periodista Raúl Olmos, en su libro: “El imperio financiero de los Legionarios de Cristo”, describe los negocios turbios y las sucias maniobras financieras como operaciones de lavado en su prelatura de Cancún-Chetumal y capitales en los paraísos fiscales de Bermudas e Islas Vírgenes. Fondos que recibieron como donativos que se han ido a inversiones en armas, empresas ligadas con la pornografía, con la producción de anticonceptivos.
El cinismo es absoluto cuando los Legionarios crean en Roma el Instituto para la Ética de los Negocios, donde recomiendan inversiones moralmente piadosas. Camilo Maccise, en sus memorias, recuerda cómo Maciel presumía ante el Papa, cuando era presidente de la Unión de Superiores Religiosos, sus obras sociales como negocios rentables: el Teletón, Un Kilo de Ayuda y el Banco Compartamos.
Vía el Teletón, los Legionarios tejieron una amplia red de apoyos empresariales y de 700 medios de comunicación, principalmente Televisa. El gran dividendo de Marcial Maciel fue hacer negocio con los pobres. Es hora de evaluar críticamente a fondo. Maciel no fue un fenómeno aislado, contó con la complicidad de la Legión, el Vaticano y las élites mexicanas.
