Ha empezado la danza de las encuestas. Ante resultados tan dispares, uno duda de las metodologías encuestadoras y de la lealtad política. Forman parte de la guerra electoral. Los riesgos son la manipulación de los sondeos que calienten una elección tan delicada como la de gobernador.
Las encuestas electorales son un instrumento que permiten conocer lo que piensan los electores y la eventual intención del voto. Es una fotografía irrepetible que puede cambiar. En la elección del 2017, al inicio era encabezada por Josefina Vázquez Mota, quien terminó en un vergonzoso cuarto lugar. La encuesta es una herramienta delimitada en tiempo y espacio, que permite acercarse provisionalmente en la opinión de votantes.
Las encuestas tienen diversos métodos que permiten recoger datos y discernimientos de un grupo de personas a través de un cuestionario que es aplicado a un grupo reducido de una población denominada muestra. Así, gracias a las encuestas, podemos convertir datos cualitativos en datos cuantitativos. Otras mediciones se circunscriben a la intención del voto.
Sus resultados cuentan también con el prestigio y la seriedad de las casas encuestadoras. Trampear las encuestas para un uso político es penado por la ley electoral, porque pueden tener impacto en la percepción de la contienda electoral. Las encuestas simuladas constituyen propaganda electoral, inducción al voto por manipulación de la verdad y falta de transparencia respecto de quiénes patrocinan las encuestas.
En enero pasado se publicaron más de 20 encuestas. Bajo diversas metodologías, híbridas y algunas dudosas. Casi todas dan como puntera a Delfina Gómez con un promedio de 14 puntos. La realizada por un medio de comunicación nacional registra un crecimiento de la aspirante Alejandra del Moral que se acerca a Delfina a 8 puntos. Otras encuestas dan ventaja amplia a la morenista de hasta 25 puntos arriba. En cambio, supuestos sondeos de atribuidos sin fundamento a otros dos importantes medios, y que circularon en redes sociales, dan ventaja a la precandidata priista de incluso 10 puntos.
Con encuestas no se ganan las elecciones y menos con las truqueadas. Los cuarteles de campaña deben ser más serios. Es lo que merece el electorado mexiquense.
Bernardo Barranco