A propósito de la Guía Ética para la transformación de México, presentada por el presidente López Obrador, han surgido polémicas y críticas. Una de ellas es si al gobierno le corresponde establecer, dictar normas éticas y morales. Varios críticos como Sergio Sarmiento, Denise Dresser y Rafael Pérez Gay sostienen que el ámbito del gobierno es el de la legalidad no el de la moralidad. El gobierno no debe invadir la esfera de lo privado del ciudadano ni su conciencia.
Sin embargo, las cuestiones morales que surgen en la sociedad son de orden público. Eludirlos sería elegir una política de avestruces. Enfrentarlos es aceptar el debate democrático que puede ser divisivo. En la actualidad, lo moral no deja de resurgir en todas partes y bajo otros nombres: ética, referentes, valores y principios. Algunos países como Canadá, Finlandia pugnan por gobiernos éticos.
¿Puede una sociedad vivir si todo está permitido a quienes la gobiernan o a quienes forman parte de ella? La monarquía absoluta había encontrado la fórmula: Sic volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntas. Que significa: "Así que lo quiero, así que lo ordeno, que mi voluntad ocupe el lugar de la razón” Estado o individuo, si todos hacemos lo que queremos sería el eclipse total de la razón cívica.
Es importante distinguir la ética y la moral. La moral es lo que la gente hace, mientras que la ética es lo que las personas deberían hacer. Mauricio Beuchot, destacado filósofo sostiene: “La moral suena a sociología de las costumbres, a la descripción de lo que la gente hace en una sociedad, en tanto que la ética aspira a no ser meramente descriptiva sino prescriptiva o normativa. Y establecer reglas universales que valgan para todos”
El Estado moderno pudo separarse de la religión pero no de la moral. La Constitución mexicana como el Derecho constitucional incorporan principios morales y éticos que están en la base de sus artículos: no matarás, no robarás, no codiciarás los bienes ajenos, no mentirás. Son preceptos bíblicos. Basta abrir diferentes códigos bajo transgresiones legales y son de hecho reglas morales que violamos.
Los grandes principios morales y éticos modernos están contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). Podemos partir de los grandes problemas de nuestra sociedad y la forma en que el Estado los enfrenta a través de sus leyes, su policía, su justicia, su administración. Sería deseable la inculturización, en la sociedad y en el Estado, de grandes principios éticos.