Cultura

Renovación mitológica

Parados frente al mar sobre un promontorio, tierra adentro de la humedad que dejó la marea más alta, a dos personajes les dio por filosofar. Y a quién no impele la vastedad marina a la filosofía; aunque esta afirmación tan cursi es nomás para insinuar que los tales personajes no eran nada originales, lo que no obstaba, como suele ocurrir, para que se sintieran únicos: sus gestos y sus posturas indicaban que estaban seguros de que nadie nunca miró el mar como ellos, como si a través de sus ojos la especie humana lo acabara de descubrir.

Si tuvieras mucho poder, dijo uno al otro, no cambia el cuento si los identificamos por su apariencia o por la edad, uno era uno, otro era otro y podría ser al revés. El asunto es que uno preguntó a otro: si tuvieras mucho poder, ¿qué harías con el mar? El otro sacó el pecho, extendió los brazos y exclamó: lo transmutaría, así como lo ves no ha estado siempre, a lo largo de la evolución del planeta un continente se volvió continentes y si nos vamos muy atrás en el tiempo, poco después de que la Tierra se formara, circunstancias cósmicas y terrestres se concatenaron para que lloviera durante milenios para crear los mares; si se me concediera el poder que merezco, transmutaría el mar para que se dijera que por mi voluntad sucedió la tercera transmutación marina: la primera, la de Dios, que sembró las múltiples circunstancias universales, solares y terráqueas; seguida de la de la energía omnipresente llamada Naturaleza, a la que correspondió armonizar los elementos dispersos y después yo, el tercer transmutador de los océanos. Terminó y su gesto impuso un silencio reverencial: oteaba a un punto inasible del horizonte, como si en verdad escuchara y atestiguara el portento que acababa de imaginar.

Este otro, una vez salido del trance autoimpuesto, cuestionó a uno: y tú, con idéntico poder, lo merezcas o no, qué harías. Mientras te escuchaba, repuso uno, imaginé a nuestro mundo seco, con abismos insondables, inconmensurables montañas de granito, volcanes que el pensamiento apenas abarca y una humedad densa, irrespirable, untada en el aire, en espera del instante para suscitar la magnífica inundación que se tornaría excipiente para la vida. Si tuviera ese poder, recomenzaría el mar; que no cesara de ser el mismo y, sin embargo, que no quedara sitio para la duda: merced a mi prodigiosa mediación, se sabría, el mar enmendó sus atributos perniciosos y reinició, enteramente propicio.

El transmutador volteó a ver al reiniciador con ternura sarcástica; podríamos traducir su mirada de este modo: no sabes lo que dices, pero te relevo de culpa, la ignorancia impide que te enlaces con el devenir de la Creación y prefieras reiniciar para ahorrarte la pensada. El segundo le sostuvo la mirada, en los ojos lucía un brillo de soberbia que en palabras se expresaría: no entendiste nada de lo que dije, demasiado para tus estrecheces intelectuales, reiniciar, como propongo, es colocarse justo después de Dios y antes de la Naturaleza, es renunciar al conformismo de ser eslabón de una secuencia dada de antemano.

Ensoñaciones así no duran; suponerse poderoso y obrar maravillas mentales se sostiene algunos minutos, porque el cerebro es tan poderoso que las simulaciones en las que lo enfrascamos dejan en el simulador la sensación de haber sido verídicas; salvo que la mayoría se repone y casi sin transición se deja envolver por la realidad constante y vulgar, la compartida con los demás. En el caso peculiar de uno y otro, algo extraño sucedió; se mantuvieron ciertos de haber recorrido la evolución del planeta, de haber hecho lo que declararon y estaban satisfechos. Descendieron a la playa convencidos de ir hacia sus respectivos, flamantes mares, al transmutado y al reiniciado; ya en los lindes de la espuma salada los abordó un costeño: ¿disfrutando del mar eterno? Eterna tu madre, respondieron a dos voces, y lo mandaron, indignados por la ceguera del ciudadano, a montar en la banana.


agustino20@gmail.com




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Augusto Chacón
  • Augusto Chacón
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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