Política

¿Existe la libertad en tiempos de la posverdad?

El ejercicio pleno y robusto de nuestros derechos y libertades requiere del cumplimiento de ciertas condiciones previas, entre las que está el disfrute del derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información. La posibilidad que tienen los ciudadanos de buscar, recibir y difundir ideas e informaciones de toda índole genera un espacio discursivo en el que los individuos intercambian puntos de vista, identifican problemas sociales, plantean soluciones, dan forma a la opinión pública y gestan la participación política, todo lo cual resulta fundamental para la existencia y el desarrollo de la democracia. Por ello, estos derechos son el presupuesto indispensable para el ejercicio de la libertad misma.

Sin embargo, más allá de la censura, la autocensura y los intentos que a lo largo del tiempo han existido por impedir la libre circulación de las informaciones e ideas, hoy en día, con el advenimiento de la era digital, la libertad de expresión y el derecho a la información enfrentan nuevos y muy complicados retos.

El internet constituye una plataforma única, a través de la cual cada vez más y más personas pueden manifestar sus ideas, producir información y difundirla más allá de las fronteras, con lo que el flujo y la diversidad de los mensajes, el tamaño de las audiencias y las formas de interacción entre los usuarios han aumentado en forma exponencial. Sin embargo, en la medida en que el internet está plenamente integrado a nuestras vidas y que para muchos se ha convertido en la principal vía de acceso a la información, esta posibilidad ilimitada de generar contenidos y difundirlos, está transformando profundamente la forma del discurso público.

A través de nuestras búsquedas en Google y de nuestras reacciones en Facebook, se recopila una cantidad inédita de datos sobre nosotros, con base en los cuales los algoritmos tienen la capacidad de entender nuestras convicciones, creencias y personalidades mejor de lo que lo hacen nuestros familiares o amigos, incluso mejor de lo que nos entendemos a nosotros mismos y, a partir de ello, se determinan los contenidos a los que tenemos mayor acceso.

Esto ha alentado fenómenos como la difusión de fake news, diseñadas para apelar a audiencias fragmentadas que comparten un conjunto de creencias y que dan por buenos los mensajes que refuerzan sus convicciones, con independencia de la verificación de los hechos. Así, en la era de la posverdad, los hechos se inventan, se manipulan, se seleccionan, se filtran y pueden dirigirse selectivamente a determinadas audiencias, para influir en ellas.

De esta forma, cuando creíamos que éramos más libres que nunca, resulta que a través de las plataformas digitales se pueden moldear nuestras preferencias, se pueden alentar comportamientos y hasta se puede influir en elecciones, no a través del diálogo y del pluralismo, sino de la creación de islas discursivas, sin conexión entre sí, de manera que ya no es la confrontación de ideas lo que nos lleva a tomar decisiones, sino la reafirmación de nuestros prejuicios, a través de información parcial, sesgada o falsa.

Nunca antes habíamos tenido acceso a tanta información, pero nunca antes habíamos estado tan desinformados, tan a merced de una interpretación de la realidad que no es sino un espejismo, y en este escenario, surge una gran pregunta: ¿Hasta dónde seguimos siendo libres para decidir, para actuar, para elegir a nuestros gobernantes?

El derecho siempre va rezagado respecto de la tecnología y, tratándose de la libertad de expresión y el derecho a la información, se ha quedado muy atrás. Nuestro entendimiento al respecto debe evolucionar y para ello debemos replantearnos qué valores son los que tutelan estos derechos y la manera en que pueden preservarse en el espacio digital. Es necesario comenzar a pensar en fórmulas creativas que nos permitan enfrentar los nuevos desafíos, no a través de la regulación, pero sí a través de consensos que permitan proteger el presente y futuro de la democracia. En este ámbito no tenemos aún las soluciones, pero tenemos que empezar a plantearnos las preguntas y abrir el debate acerca de la manera en que podemos salvaguardar la libertad en tiempos de la posverdad.

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Arturo Zaldívar
  • Arturo Zaldívar
  • Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de México. Ministro en retiro y expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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