Por: Gerardo Pecina Espinoza*, Mona Kassem ** y Adrien Gallou **
*Ingeniero en Biotecnología de la Universidad Tecnológica de Coahuila, actualmente estudiante de la Maestría en Ciencias de Agroplasticultura en el Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), agro-coordinacion.posgrado@ciqa.edu.mx
**Investigadores del Departamento de Biociencias y Agrotecnología del Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), mona.kassem@ciqa.edu.mx y adrien.gallou@ciqa.edu.mx (autor de correspondencia).
Los virus de las plantas son agentes infecciosos diminutos, que carecen de vida independiente, pero se pueden multiplicar en el interior de las plantas.
La rápida propagación de los virus y los métodos ineficientes para su control, representan un desafío relevante para la agricultura, pues limitan el crecimiento de las plantas, causando pérdidas significativas en el rendimiento de los cultivos y por ende en la economía mundial.
El virus rugoso del tomate (tomato brown rugose fruit virus/ToBRFV), ha ganado relevancia debido a su alta capacidad de infección, provocando deformaciones, amarilleo y necrosis en las hojas, y en los frutos genera inicialmente manchas lineales con necrosis y deformaciones severas.
Su principal medio de propagación es mediante el contacto, a través de manos, herramientas, plantas contaminadas, entre otros, lo que lo hace difícil de erradicar y capaz de mantenerse por largos períodos.
Una vez que la planta sufre una herida, el virus puede ingresar con facilidad y comenzar su replicación.
Una alternativa prometedora es el control biológico, que emplea organismos vivos para reducir el impacto de los virus.
En este contexto, ciertos hongos que habitan en las raíces, conocidos como hongos micorrizicos arbusuculares (HMA), pueden ser benéficos, ya que establecen asociaciones con las plantas promoviendo las defensas naturales de estas, ayudando a limitar el efecto de los virus de forma natural y sostenible.
Los HMA, son efectivos en la reducción de enfermedades provocadas por diversos patógenos (bacterias, hongos o virus), ofreciendo una protección adicional.
Además, disminuyen el estrés, incrementan la tolerancia a metales pesados, y aumentan la absorción de nutrientes en las plantas.
Su acción defensiva se establece de forma directa e indirecta.
Directamente, compiten con los patógenos por espacio y nutrientes en las raíces, y también modifican su estructura y exudados.
Indirectamente, activan los genes de defensa de la planta y alteran su metabolismo, lo que dificulta el desarrollo de enfermedades y las prepara para responder más rápido ante futuros ataques.
Sin embargo, la simbiosis con HMA no siempre es efectiva, ya que algunos estudios han reportado una disminución en la tolerancia al ataque viral o la ausencia de efectos significativos. Por ello, es fundamental seguir evaluando el papel de los HMA frente a ataques virales en cultivos de importancia agronómica.
En el Laboratorio de Biociencias y Agrotecnología del Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), se investiga el uso de hongos micorrízicos arbusculares como agentes de control biológico en cultivos agrícolas.
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Referencias:
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