¡Bienvenida la primavera!
Disfrutamos el entorno con los múltiples colores de la flora que nos rodea y los sonidos de la fauna, entre ellas las aves, tan vinculadas a las plantas que tanto apreciamos.
Estos colores, entre ellos el violeta, son resultado de una feliz coincidencia de pensamiento de dos personajes del México del siglo XX. El valor y el reconocimiento del efecto de las áreas verdes urbanas en la salud física y mental de la sociedad.
Uno de ellos fue Miguel Ángel de Quevedo, el “Apóstol de los Árboles”; el otro, un excepcional jardinero japonés, Tatsugoro Matsumoto. Ambos participaron para que un árbol originario de Brasil que conocemos como Jacaranda se adaptara al clima de México.
¿Cómo llegaron las brasileñas Jacarandas a nuestro país? Algunos textos refieren que a principios del siglo XX fue con fines maderables, aunque la belleza de sus flores llamó la atención y empezó a ser parte de algunas áreas jardinadas. Se cuenta que hacia 1930 el presidente Pascual Ortiz Rubio quería sembrar cerezos en la ciudad, pero el jardinero Matsumoto le propuso la Jacaranda, que era más adecuada en función del clima, aunque años antes también el presidente Álvaro Obregón ya había iniciado su plantación.
En esa época también se registra la valiosa y trascendente obra en beneficio de los parques y reservas naturales que realizó Miguel Ángel de Quevedo, quien nació en Guadalajara en 1859 y al concluir sus estudios como ingeniero en la Universidad Politécnica de París regresó a México dedicándose a incrementar en diferentes espacios las áreas verdes de la ciudad, reforestando 80% de la superficie de la entonces capital, creó los viveros de Coyoacán donando una hectárea para su crecimiento, y fue el responsable de la siembra de árboles en el Desierto de los Leones, entre otras acciones pro ambientales.
Si bien De Quevedo no propuso como Matsumoto la plantación de Jacarandas, sí hizo posible su florida presencia en las avenidas y zonas más concurridas
Gracias a estos personajes nos alegramos la vista con el color violeta de las hermosas flores que también son de uso farmacológico.
La Jacaranda es aliada en la lucha por una atmósfera menos contaminada; es una especie urbana que absorbe más CO2, como muestran estudios de la Universidad de Sevilla. Apreciemos este regalo de la naturaleza que es la Jacaranda y sumemos más áreas verdes a las ciudades.
Arlette López Trujillo
FES Iztacala, UNAM