Hace varios meses empezamos a escuchar y leer muy buenos comentarios acerca de Tótem de Lila Avilés. Primero de festivales en Europa, después del Festival de Morelia donde fue distinguida como mejor largometraje mexicano de ficción. La realizadora me había impresionado con su película La camarista, un primer largometraje extraordinario en cuanto a tema, narrativa y tratamiento estético. Obvio que las noticias sobre Tótem me llenaron de suspenso. Un suspenso que a veces no es tan bueno para un primer acercamiento a un filme ya que la experiencia fílmica no siempre corresponde a la expectativa.
Sin embargo, Tótem me atrapó desde los primeros minutos. Al igual que La camarista empieza con la descripción de un espacio, personajes y emociones íntimas. La niña Sol (Naima Senties) de siete años y su madre Lucía (Iazua Larios) juguetean en el baño mientras tararean una aria de ópera y prueban una peluca multicolor. La próxima escena las muestra viajando en un coche lleno de globos de color. En medio de la alegría cae como balde de agua fría el comentario de Sol: “¿Quieres escuchar mi deseo? Que mi papá no muera.” A partir de esta revelación, la película se traslada al hogar de la familia extendida de Sol que cuida a su familiar enfermo y donde Lucía deja a su hija para ir al trabajo. Lo que cuenta el filme a continuación son los preparativos de una fiesta de cumpleaños que familia y amigos le preparan a Tona (Tonatiuh, interpretado por Mateo García), quien, enfermo de cáncer, vivirá su último cumpleaños.
Juntos a Sol, hija de Tona, observamos a los miembros de familia preparar la fiesta y enfrentar el dolor. Su padre - abuelo de Sol, - que depende de un larigófano para comunicarse centra su atención en el cuidado de un bonsái, las dos hermanas esconden su sufrimiento detrás de actividades en cocina y patio y la cuidadora (Teresa Sánchez) hace lo posible para aligerar la condición del enfermo. ¿Puedo ver a mi papá?, insiste Sol una y otra vez. Sin embargo, ni a la niña ni a los espectadores se nos permite verlo. Está recluido en su recámara oscura, atendido pero aislado.
La estética del formato de cine 4:3 casi cuadrado, encierra a los personajes y acciones en un espacio familiar dónde las miradas, gestos e interacciones cobran un peso enorme y cada detalle adquiere significado. Esto hace resaltar acciones como la de una hermana que se pinta el cabello mientras que la otra hornea un pastel. O la de Sol que, atraída por todo tipo de animalitos, recoge babosas de las plantas del jardín para ponerlas sobre las pinturas que adornan la casa.
Baño, cocina, recámaras y jardín son los espacios donde transcurren las acciones y dramas de los miembros de la familia. Se siente un aire colaborativo y solidario, sobre todo hacia los niños, que, sin embargo, no esconde roces y resentimientos. En medio de todos la curiosa Sol se convierte en guía del espectador para observar la condición y conducta de cada miembro de la familia. “Una casa llena de amor y vida”, escribió un crítico de cine alemán. Me parece más bien un hogar mexicano en el que se ha instalado la muerte. Lo que caracteriza el hogar es el ambiente urbano de la capital y todo lo que se hace, dice y sufre, está en función de la próxima muerte del ser querido que forma parte del colectivo.
Del núcleo familiar el filme extiende su mirada al círculo de amigos y familiares lejanos ya que los asistentes a la fiesta forman un variopinto grupo de artistas y amigos que recitan poemas, vuelan globos de cantoya y tratan de levantar el ánimo del enfermo. En un número de espectáculo que muestra la intimidad entre Sol y su madre, la niña representa en play back una espléndida aria de ópera que está dedicada a su padre (y a los espectadores del filme).
Lo grande y potente de Tótem es su acertada sensibilidad para transmitir la perspectiva de una niña frente a la vida, la naturaleza, la familia y la muerte, además de la atinada manera cómo extiende las emociones de la niña a la atmósfera y los dramas de los personajes que la rodean. Al excelente trabajo de guion y dirección de Lila Avilés, se integran las actuaciones, el manejo de la cámara de Diego Tenorio y la intimista banda sonora de Thomas Becka. Tótem es un coproducción entre México, Dinamarca y Francia y representará a México en la selección para el Oscar de filmes en lengua no inglesa.