“Basado en un hecho real” leemos con mucha frecuencia en la pantalla al inicio de un filme. Si se trata de sucesos que no conocemos no solemos juzgar si el realizador construyó una adaptación – o transposición - fiel o libre y si armó una curva dramática que los “hechos” imponían. El caso de la película *La sociedad de la nieve es diferente ya que el accidente aéreo que sufrió un equipo uruguayo de beisbol en Los Andes en 1972 y el rescate milagroso de una parte de los pasajeros, fue un suceso ampliamente tratado en los medios y adaptado al cine en la película *¡Viven! de Frank Marshall de 1993. Los elementos que volvieron especialmente impactante la información acerca del accidente y rescate, se debe, sin duda, a que los sobrevivientes resistieron más de sesenta días en las gélidas temperaturas, las tormentas, avalanchas y el hambre que acabaron con la vida de la mayoría de los pasajeros. Los dieciséis jóvenes rescatados habían sobrevivido gracias a su voluntad férrea de resistir, inventar estrategias de supervivencia, buscar medios y maneras de escapar del aislamiento y vencer los prejuicios morales ante la necesidad de nutrirse de la carne de los muertos.
La historia es tan potente que los involucrados y narradores de historias verídicas reconocieron la necesidad de construir una nueva versión de los hechos. El escritor y guionista uruguayo Pablo Vierci quien había sido compañero de colegio de los sobrevivientes, publicó en 2022 el libro **La sociedad de la nieve y el realizador español Juan Antonio Bayona convirtió su fascinación de años en un filme impactante que se estrenó en 2023 llamó de manera potente la atención del público, los festivales y la prensa. El filme respira autenticidad ya que no convierte a los jóvenes en héroes sino los muestra como seres humanos que tiemblan de miedo, dolor y hambre pero se arman de fuerza, imaginación y solidaridad para resistir. Con extrema sensibilidad tanto el libro como el filme no sólo muestran la lucha física sino los procesos y crisis emocionales de loa personajes. Para su libro el escritor Vierci acompañó a un grupo de sobrevivientes al lugar de los hechos, mientras que para la película, el director español Bayona obligó a su equipo y los actores a someterse al frío y la nieve de Los Andes e interpretar a los personajes con el apoyo de los involucrados y sus familias.
La película narra los sucesos de manera cronológica y la secuencia de accidentes y fenómenos naturales que cambian las condiciones y la probabilidad de supervivencia no parece parar. El frío, la falta de alimento y las crisis emocionales se recrudecen y degradan el físico y la existencia de los jóvenes de manera brutal. El filme compensa las secuencias de acción dramática con momentos de convivencia, debates, solidaridad y la incesante planeación de estrategias de resistencia y búsqueda de rutas de escape y medios para comunicarse con el mundo. La sensibilidad con la que el filme trata temas dolorosos como la muerte de compañeros y el hecho de estar obligados a comer carne humana, convierte lo que podría haber sido un filme de catástrofe en una obra fílmica universal y reflexiva. Muy masculina, eso sí, ya que no hay personajes femeninos entre los sobrevivientes. La voz en off de uno de los personajes, sin embargo, formula comentarios y reflexiones que los jóvenes seguramente se hacían mientras veían cómo día a día empeoraba su condición física y se desvanecía la posibilidad de sobrevivir.
El filme nos mantiene tan cerca de los personajes, sus sufrimientos, emociones y angustias que compartimos el gozo y el sentimiento de liberación de los dos jóvenes que abandonaron los restos de la cabina a 400 metros de altura para ir en busca de ayuda. Con un suspiro de alivio escuchamos el ruido del agua de un río, descubrimos una rana en una roca y un hombre con una mula del otro lado del agua. El hombre no escucha lo que le gritan pero recoge el recado que le avientan, entiende lo que necesitan y les avienta un pedazo de pan. La escena dice más que el momento del rescate y la notica de los medios que hablan de milagro. No, no fue un milagro, lo que los salvó fue la resistencia, la fuerza de voluntad y el hecho de convertirse en una “sociedad de la nieve” que sobrevivió gracias a los compañeros muertos.
