Las recientes lluvias han dejado al descubierto una realidad que muchos prefieren ignorar: la capital poblana se sigue inundando, no solo por la fuerza de las pasadas precipitaciones, sino por la propia negligencia de sus habitantes.
Cada día, toneladas de desechos son arrojados sin pudor a calles y ríos, por quienes se dicen “ciudadanos”, lo que provoca bloqueos en el flujo del agua y convierte nuestras vialidades en ríos caudalosos.
Lamentablemente, el llamado del alcalde José Chedraui Budib resuena con urgencia: ¡Basta de tirar basura! Pero sus palabras caen en oídos sordos. ¿Hasta cuándo permitiremos que nuestra ciudad se convierta en un basurero gigante?
Según lo veo, las autoridades de la capital y el estado hacen su parte, mandando cuadrillas por distintas áreas de la zona metropolitana, pero no hay esfuerzo ni recurso que alcance, si nosotros no ponemos de nuestra parte.
Tan solo este fin de semana, mis compañeros reporteros y el que esto escribe encontramos media docena de sillones abandonados al sur de la ciudad; ni qué decir de otros cacharros y la montonera de llantas afuera, en el estacionamiento lateral, del Mercado Independencia.
Si continuamos con la revisión, ríos y barrancas están para llorar. ¿Así cómo vamos a lograr la tarea titánica de sanear el Atoyac?
No se trata de limpiarle la cara a las autoridades, pero el propio alcalde subrayó que
han sustraído toneladas de basura en acciones de desazolve.
La capital tiene 45 puntos de riesgo que pueden provocar inundaciones en la ciudad, afectando, por poner un ejemplo: a más de 13 mil habitantes de 24 colonias cercanas al río Alseseca.
Llegó la hora de actuar, de tomar conciencia, de asumir nuestra responsabilidad. Puebla nos necesita. No podemos seguir siendo indiferentes ante la imagen de nuestras calles convertidas en ríos de basura, nuestras coladeras colapsadas y el riesgo latente de enfermedades.
La solución está en nuestras manos: separar la basura, reciclar, utilizar los contenedores adecuados y, claro, exigir a las autoridades que cumplan con su labor de recolección y limpieza, pero por favor: no los dejemos solos.