Política

Memoria de un día imborrable

Llegamos al octavo aniversario de uno de los días que grabaron la historia contemporánea de Puebla; el reloj marcaba las 13 horas con 14 minutos cuando la Mixteca poblana se convirtió en el epicentro de un terremoto sin precedentes en la actualidad: la magnitud: 7.1 grados en la escala de Richter, un fenómeno considerado como destructivo, si se toma en cuenta que el 10 es el punto más alto.

Parecía inverosímil, una broma cruel del destino que jugaba con los burócratas, estudiantes, oficinistas, trabajadores y hasta periodistas que acababan de asistir al Simulacro Nacional, conmemorativo al sismo presentado el mismo día, pero de 1985. Algunos todavía no habían regresado cuando sintieron la sacudida.

Los semáforos colapsaron en gran parte de las vialidades de la capital, avenidas como la 11 Sur presentaban conflictos vehiculares, que de no ser por ciudadanos que se vistieron de héroes anónimos y se pusieron a dirigir el tráfico, se hubieran convertido en graves accidentes. Los sistemas de telefonía y mensajería se cayeron durante largos minutos en los que se buscaba desesperadamente a familiares y amigos.

Quien esto escribe pudo llegar de inmediato a Metepec, junta auxiliar de Atlixco, donde el polvo que dejaron los muros derrumbados aún pendía en el aire; una casa tras otra presentaba daños estructurales severos que contrastaban con las banderas y motivos tricolor que aún recordaban las fiestas patrias. Banderas caídas sobre escombros, personas heridas, familias que veían cómo habían perdido todo en un instante.

La ruta hacia Chiautla de Tapia, lugar donde la tierra se había despertado obligaba a recorrer Atlixco, donde elementos de la Defensa se aprestaron a auxiliar a trabajadores del ayuntamiento que quedaron atrapados por las piedras; son escenas que no se olvidan, el entonces alcalde José Luis Galeazzi, hablaba por teléfono con una funcionaria quien horas más tarde perdió la vida por la falta de aire. Nada pudieron hacer.

Izúcar de Matamoros parecía escenario de un bombardeo, especialmente en el Centro; las escenas tristes pasaban frente a la cámara, clic tras clic hasta llegar a Atzala, donde el templo de Santiago colapsó durante un servicio religioso.

Ismael Torres y su esposa Manuela acudieron a celebrar el bautizo de su hija Elideth, con tres meses de nacida; los acompañaba su otra hija, los padrinos y más integrantes de la familia. De este desastre natural solo cinco personas sobrevivieron: el sacerdote, un sacristán, el padre de la menor y dos mujeres.

Literalmente todo el pueblo acudió a quitar piedra tras piedra hasta caer la noche, con el calor agobiante y las lágrimas que se sumaron a las de tantas otras familias que aún no olvidan.


Google news logo
Síguenos en
Andrés Lobato
  • Andrés Lobato
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.