Política

Tiempos de zopilotes

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Paradójico destino el de las metáforas, por un lado son las figuras retóricas más hermosas del lenguaje y, por el otro, si alguna se materializara, significaría que el horror es verdad. Unos ojos transformados en zafiros, se traduciría en tener dos piedras rígidas deteniendo los párpados del ser querido; presenciar un llanto con la fuerza de un diluvio, ahogaría de miedo a cualquiera por tener enfrente un par de esclusas en lugar de lagrimales. Lo mismo pasa con los “tiempos de zopilotes”. La imagen que tanto le gusta al Presidente para hablar de adversarios y política, hoy, con 100 mil muertos, se torna verdad. Horror. Hoy que el Presidente la usa para hablar de la pandemia, convoca con ella a miles de buitres para hacer círculos en los cielos mexicanos y mirar desde ahí a nuestros muertos, mientras los vivos permanecemos mirando al cielo con asombro, con hartazgo y también como una súplica.

Urge cambiar la estrategia. No hay hartazgo en esta frase, tampoco asombro. Es sí, una recomendación, una petición y una súplica.

Las muertes por covid-19 han crecido, la cifra “inusual”, como dice el subsecretario de Salud, se ha desbordado y pareciera no tener límite. Son 100 mil sin contar el subregistro que la propia Secretaría ha aceptado y le preocupa. ¿Son 150 mil?, ¿250 mil? El covid-19 es la principal causa de muerte en México. No hay diseño, ni política en la frase. Es el preámbulo para un cambio de estrategia.

Si al principio de la pandemia se dijo que la influenza era una enfermedad más cruel, ya no. La influenza solo se lleva a 30 mil. Los tumores malignos, 88 mil y la Diabetes Melitus, 104 mil. Así llegamos al primer lugar, las 156 mil muertes por enfermedades del corazón, que hoy palidecen frente a estas que ni siquiera nos ha dado tiempo de contar con tino. Y si cree que ya no puede doler más, piense que en nuestra tierra bronca y sangrienta, los homicidios apenas (increíble tener que decirlo así, de manera displicente) le arrancan la vida a 37 mil.

Un cambio urgente de estrategia. Más allá de los errores y los desatinos, el problema estriba en que después de ocho meses la gente ya no escucha, se acostumbró a vivir en  la emergencia. Hay que relanzar el discurso para que vuelvan a mirar hacia donde urge mirar. Las pandemias solo se curan con dos cosas: ciencia y comunicación. Mientras llega la vacuna, trabajemos en la segunda.

Uno: Dejen de decir y hacer lo mismo, aunque no cambie el sentido, hagan que suene y se vea distinto. Dos: Cambien de voceros. Pongan, por ejemplo, al general secretario dando el parte y las instrucciones, eso pondrá a todos en alerta. Tres: Usen las plataformas con infectólogos jóvenes hablando con un lenguaje más conectivo. Cuatro: Pidan a la población que colabore. Que hagan, por ejemplo, un par de cubrebocas para regalar en su camino. Trabajar para el otro sensibiliza y hermana, como sucede al armar despensas en las inundaciones y brigadas en los temblores. Cinco: Usen la voz del Presidente. Nadie más poderoso. Que solo se quite el cubrebocas a diez centímetros del micrófono y si le preguntan, no tiene nada que ceder, solo decir “esto es lo que ahora hay que hacer”. Eso enfatizará que hoy es distinto.

Hay de dos, o ahuyentamos zopilotes o dejamos que picoteen a los que aún estamos vivos.

@olabuenaga

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Ana María Olabuenaga
  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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