Política

Los floreros del gabinete

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Están esperando. Los floreros en realidad ni siquiera pretenden decoran por sí mismos, su misión es esperar. Esperan servir de contenedor para otra encomienda. No, no les quito el mérito, algunos hasta llegan a tener una propuesta estética propia y no son solo vasos enormes de cristal; lo que digo es que, en la pirámide de castas de los adornos, estarían por debajo de las lámparas que tienen una función contenida en sí mismas, las figuras de porcelana y muy por debajo de los cuadros, que son capaces de dotar de personalidad a toda una pared y hasta a la totalidad de un cuarto. Los floreros no. Los floreros esperan. Claro, como cualquier adorno, al mismo tiempo se espera de ellos que no se muevan y que no chisten si se les cambia de lugar. De esa misma manera es que funcionan los floreros del gabinete.

Es cierto, el Presidente lo ha dicho ya en varias ocasiones: Yo no soy florero. Y es verdad, no lo es. Quizá hasta peque de lo contrario, gusten o no, él toma decisiones. Quizá hasta de más. Tal vez por lo mismo es que se piense que la estantería del gabinete tiene un exceso de floreros. Reflexión a la que la semana pasada se volvió una y otra vez con los cambios que se hicieron en el primer nivel.

Pon este por aquí. No, no tan arriba, más abajito, ahora más a la izquierda, más, más, más. Ahí. Pero ahí no va a lucir, no sabe nada del tema. No importa, es mujer y se ve muy bien. Mujeres y floreros. No lo digo yo, lo dicen ellas mismas. ¿Se acuerda cuando la secretaria de Gobernación dijo que no la escuchaban en las reuniones del gabinete de seguridad? ¿Cuándo habló de menosprecio y misoginia? ¿Qué es si no eso, qué es sino el reclamo de un florero olvidado en una esquina? Por eso la paridad siempre ha tenido una dosis de irrelevancia y un disfraz de equidad que muy rápido se desbarata. No importa la cantidad, con que escucharan a una sola bastaría. Mientras no se les escuche, por más que sean, son solo eso: floreros.

Esperar, le decía al principio. Los floreros esperan las órdenes, pero también, en el caso del gabinete, esperan a ver qué dice la gente. Si les gusta cómo se ven donde los pusieron. Si sirven para que se queden ahí o hasta en una mejor posición para el próximo sexenio. Ese parece ser el caso de alguno de los nuevos movimientos. Sacarlas del armario y exhibirlas. Quien quita y se convierten en una opción relevante para el arreglo de la casa en 2024 y, con eso de que las mujeres ya demostraron que no son el sexo débil pero sí el punto débil de este gobierno, la opción no suena nada mal.

No, no es que sea una posición envidiable la de florero. En el mejor de los casos, si la orden que recibieron fue bien ejecutada, los llenarán de flores que les durarán unos cuantos días, no más. Por eso, resulta curioso que alguien del gabinete se ofrezca de voluntario para ser aún otro florero en la vitrina. ¿O dígame usted cuál es hoy la posición del subsecretario de Salud? Dice que en la crisis de salud él y el gobierno federal hicieron todo bien, con lo cual la culpa es nuestra o, lo que es lo mismo, tenemos un florero de más en la repisa. Un funcionario que ahora quiere pasar por ser florero, el problema está en que a ese no podremos llenarlo de flores sino de algo mucho más cruel y doloroso.

@olabuenaga

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Ana María Olabuenaga
  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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