Tal y como era de esperarse, a estas alturas de las campañas electorales la cosa está que arde. Historias de terror por aquí. Historias de terror por allá.
¿Cuál es la nota en materia de comunicación? Que como las herramientas del pasado ya no sirven, el pueblo está haciendo las suyas y a las pruebas me remito:
Los debates. No nos hagamos tontos, no estamos viendo debates. ¿Y qué está haciendo la gente? Sus propios debates. ¿Dónde? En YouTube, en Facebook. En donde puede.
¿Cuántos debates digitales ha visto usted en las últimas semanas? ¿Sobre qué temas? ¿Con qué representantes de qué partidos?
Cualquiera de ellos, a pesar de la austeridad de su producción, ha sido mil veces mejor que los “talk shows” del INE.
Hablemos ahora de los “spots”. Llevo meses diciéndoselo: muy bonitos, muy caros, pero tampoco sirven para lo que fueron diseñados.
¿Y qué está haciendo el pueblo? Sus propios “spots”. ¿Dónde? Igual, en TikTok, en Instagram. En donde puede.
¿Cuántos videos electorales de cuantas personas ha visto usted en las últimas semanas? ¿Sobre qué candidatos? ¿Con la visión de qué partidos?
Cualquiera de ellos, a pesar de lo que quiera, aporta más que lo que el INE pone en los medios de comunicación.
Y si nada de lo que le estoy diciendo le parece relevante, ¿qué opina de la respuesta de las multitudes a las prohibiciones de la autoridad electoral?
El tribunal dice: prohibido hablar del “cártel inmobiliario”. ¿Y qué vemos en las redes sociales? “¡Hablemos todos del cártel inmobiliario!”
Aquí hay un mensaje que le debería preocupar, no al “cártel inmobiliario” sino a quienes manejan nuestra democracia.
¿Quién manda aquí? Si la democracia es el gobierno del pueblo, ¿por qué frenar al pueblo? ¿La democracia censura? ¿Por qué censura unas cosas y otras, no?
¿Qué hubiera ocurrido en las elecciones de 2006, 2012 y 2018 si las autoridades hubieran censurado frases como “es un peligro para México”? ¿Por qué no lo hicieron? ¿Por qué ahora sí?
¿Qué hubiera pasado si en aquellos momentos las audiencias se hubieran apropiado de las redes tal y como ocurre ahora?
El caso más escandaloso de este 2024 es el del “spot prohibido”, ése que no pudo circular por medios tradicionales pero que es un cañonazo en internet.
¿Qué dice? Vemos a diferentes personas, de diferentes perfiles, conversando entre ellas en diferentes contextos.
Su discurso es: “Ahora resulta que los del PAN van a aumentar los programas sociales. ¿Entonces por qué votaron en contra en el Congreso?
Ahora resulta que Santiago Taboada está a favor de los derechos LGBTQI+. Sí, el mismo que se opuso al matrimonio igualitario cuando era diputado.
Ahora resulta que al PRIAN le preocupa el tema del agua. Pues con razón la quieren privatizar desde hace 15 años.
Ahora resulta que el PRI va a combatir la corrupción. Nada más se tardaron, ¿qué?, unos 100 años.
Ahora resulta que el Cártel Inmobiliario quiere que los jóvenes tengan casa propia. ¿Qué no fueron ellos los que inflaron los precios?
Cuando están en campaña, dicen una cosa. Pero después hacen otra. Este 2 de junio vota para que siga la transformación”.
Es una obra maestra de la comunicación electoral. Punto. Tan bueno, tan bueno que, como no se puede transmitir, está circulando por debajo del agua.
¿De eso se trata? ¿De fomentar la piratería? ¿De obligar al electorado a crear y a mover sus propias campañas?
¿Por qué nadie discute esto? ¿Por qué nadie se escandaliza con tantas irregularidades? ¿A qué le tiramos cuando le tiramos a la normalización de semejantes aberraciones?
Aquí hay algo que no está funcionando y si así es en materia de comunicación, ¿cómo va a ser a la hora de votar? ¿A qué nos vamos a enfrentar el 2 de junio? ¡Cuidado!