Dígame que es una broma, una parodia, un chiste. Lo que sea menos un “spot” de campaña presidencial.
El video “Futbolero” de Maynez es probablemente el peor ejercicio de comunicación política que se ha hecho en la historia reciente de este país, algo que necesariamente se estudiará en las universidades como un ejemplo de lo que no se debe hacer cuando se está buscando un cargo de elección popular.
Seguramente usted, como millones de mexicanas y de mexicanos, ya lo vio y acabó en “shock” después de padecer aquello. Es imperdonable. Una aberración.
Vámonos segundo por segundo para que usted, como yo, se horrorice:
La cámara abre con unos tenis anaranjados caminando sobre un enrejado negro. El ambiente es nocturno (¿Como por qué?). Escuchamos música alegre, guapachosa.
A cada paso que dan esos zapatos, las pisadas parecen sacar chispas. Por alguna extraña razón, uno siente que se trata de un anuncio de Cheetos.
Pero no, la letra de la canción dice: “Si yo digo presidente…” y vemos a Yuawi López, el niño del jingle de Movimiento Ciudadano, a punto de morir aplastado contra una reja por una multitud con chamarras naranjas.
Pero el chamaco como que no se da cuenta y en lugar de correr para salvarse, hace su mejor esfuerzo por animar a esas personas diferentes a él.
No quisiera decir que “más ricas”, pero sí hay un tema parecido al clasismo, a la discriminación, en esas tomas.
Inmediatamente después vemos de espaldas a Jorge Álvarez Máynez entrando por el enrejado del que la hablé hace rato, rumbo a una muy fina cancha de fútbol rápido, con una sudadera anaranjada que dice “Máynez”.
¿Por qué no dice “Álvarez”? Es un enigma que se presta para las más alucinantes interpretaciones, pero el tema no es ése sino el “spot”.
¿Qué sigue? Un intercorte al niño López cantando: “Tú dices Máynez. Presidente…”
Luego entra la toma de unos adultos jóvenes, muy como modelos de anuncio de cerveza, en una actitud eufórica que recuerda los momentos previos a los estallidos de violencia en los partidos de futbol.
El coro le responde a López: “¡Máynez!”
¿Y a quién vemos? A don Jorge, ahora de frente, mirando para otro lado y sonriendo como Merlina en “Los Locos Adams 2” cuando le cantan “Kumbaya My Lord”.
Hasta aquí ya tenemos material como para caer en depresión. ¡Pero qué cree! Se pone peor.
A esta toma le sigue otra donde comprobamos que el niño Yuawi sigue vivo, pero haciendo “show” como parte de una porra futbolera dividida por una reja negra con pancartas con leyendas como “Fosfo Fosfo” y “La barra fosfo”.
A mí, la idea de presentar a un candidato a la presidencia de la república dividido de la gente por rejas, me pone mal pero cada quién sus inseguridades.
El punto es que justo aquí nos percatamos de que el señor Álvarez llegó ahí a jugar futbol.
¿Qué es lo primero que notamos? Uno: que lo que parecía una multitud es sólo un grupito de extras disfrazados para la ocasión.
Dos: que el señor no sabe caminar o, peor tantito, que titubea al caminar.
Tres: que don Jorge o no juega al futbol, o no sabe jugar futbol, o no le gusta el futbol. Su comunicación no verbal es como la de un ratoncito de laboratorio al que acaban de encerrar con una serpiente para grabar sus reacciones de pánico.
Cuatro: que su diseñador de imagen lo odia porque mientras que el resto de las personas que están dentro de la cancha tienden a usar shorts y camiseta, muy en la conexión, él llega con unos pants negros, largos y apretados como recién comprados en una tienda de lujo.
Cinco: ¿en qué universo lo dejan entrar a uno a jugar a un partido de fútbol que ya comenzó?
Y seis: ¿Debemos entender que uno de los dos equipos que estaban jugando ahí desde antes era el de Movimiento Ciudadano? Si es así, la conclusión es pavorosa: “¡Bola de inútiles! ¡Sin mí no son nadie!”
Y si no es así, ¿en qué realidad un hombre solo puede llegar a meterse en el juego de otros para representar una tercera opción y lucirse?
El caso es que un señor canoso con uniforme color “Morena” (rodeado con hombres con playeras que llevan por detrás fechas como 1971 y 1994) niega con la cabeza (¿Acaso edadismo?), Máynez toma el balón y la pelota se enciende con los mismos efectos que vimos en los zapatos al principio del mensaje.
Acto seguido, el niño López le canta a la cámara desde su confinamiento: “Entra un nuevo jugador. ¡Máynez a cambiar el marcador! Entra un nuevo jugador.”
A estas alturas del video, una parte de mí se comienza a sentir muy ofendida. Se me hace una falta de respeto comparar las campañas electorales con un partido de futbol.
¡Es precisamente de lo que estamos huyendo! ¡De la trivialización de la política! ¡De mirar el destino de la nación como un juego! Y aquí no sólo es un juego, es un partido de futbol. ¡Se está agrediendo a la gente que ama el futbol!
Es en este segundo, cuando uno piensa que no se puede caer más bajo, que los responsables de esta pieza inician lo que yo llamo:
Su chiqui-bloque “odiemos a las mujeres” que consiste en que veamos a varias chicas jugando futbol, pero para perder, mientras Jorge Álvarez, y la gente ahí convocada, festejan.
¿Y qué canta Yuawi desde su aislamiento? “¡Qué emoción! ¡Presidente Máynez! ¡Máynez! ¡Máynez!”
Después de varias micro jugadas que no aportan, la cámara remata con el candidato sin hacer nada, mirando aquello con las manos en la cintura y desaprobando con la cabeza (¡Qué mal actor es!).
¡Dios! El valor simbólico de esto es enfermo: mirar sin jugar, manos en la cintura, arrogancia.
Obvio, lo que sigue es verlo, desde su “indiscutible” superioridad, tomar el balón como para cobrar un penalty.
El adulto mayor de hace rato resulta que es el portero contra el que Jorge Álvarez va a anotar y como le tiene tanto miedo, llena la portería con jugadores vestidos de negro para impedir lo inevitable.
La canción sigue: “¡Máynez presidente! ¡De México!”
¿Necesito decirle que don Jorge anota un gol entre chispitas y gritos desenfrenados?
No, pero le suplico que, si puede, congele la imagen y observe con detenimiento cómo el candidato es tan “bueno” que los hombres que están en la portería se inclinan para que, digitalmente, entre el balón.
Se me pasó decirle que mientras sucedía esto la voz de un narrador como los de la tele, exclama: “Y en el último minuto… ¡Goool de Máynez!”
Todos celebran (Jorge celebra solo), el portero de “Morena” luce molesto y cerramos con el candidato festejando con una niña en brazos y un grupo de modelos brincoteando a su alrededor.
¿Y Yuawi López? Por ahí anda, en segundo plano. Tapado Ya no canta. Ya no figura. ¿Así o más siniestro?
Sí, sí es más siniestro porque en la última toma la cámara se aleja para dejarnos ver que ese “fundamental” partido se llevó a cabo en lo que parece ser la azotea de un edificio con todas las comodidades que sólo la elegancia puede dar.
No era futbol llanero. No era futbol de verdad. No era futbol con el pueblo. ¿Así o más decepcionante?
El narrador cierra con la frase: “¡Ganó México!” La voz de una locutora agrega: “Máynez, presidente de México”. Fin del “spot”.
Cualquier cosa que le diga será poca cosa. ¡Qué manera de exponer a un candidato! ¡Qué forma tan lamentable de entender un proceso electoral! Me da vergüenza. ¿A usted no?