Me merezco un premio (o varios meses de rehabilitación) porque vi los 40 capítulos de “Yo no soy Mendoza” y sigo sin poder creer que una compañía tan seria como Netflix haya cometido un error tan grande.
O no leyeron los libretos, o los engañaron, o algo muy sucio pasó por ahí porque esta telenovela es exactamente lo que no se debe hacer:
Apología del delito, protagonista masculino, estereotipos tóxicos, chistes de una asquerosidad extraña, fijación por el tamaño del pene, humor homofóbico. ¡Mal! ¡Todo mal!
Y que no nos salgan con el cuento de que se hizo porque la escribió Fernando Gaitán, el mismo autor de “Yo soy Betty la fea”, porque don Fernando también escribió fracasos como “Guajira”.
No, pero espérese. Se pone peor: “Yo no soy Mendoza”, que es como la versión “lavado de dinero” de “La usurpadora”, es una mala producción bicultural.
Salen colombianos hablando como chilangos y mexicanos hablando como bogotanos. Demencial es poco. Y lo más triste es que, como está hecha en serio, aquello, conforme va avanzando, se pone peor.
Me da mucha pena que le esté yendo tan bien en números porque eso lo único que confirma es que “las drogas” venden.
Pero me da más pena aún el reparto que está plagado de gente con muchísimo talento que se merece el mayor de los respetos.
Pero es que, entre la ausencia de valores de producción y la no dirección de la dirección, ver esto es un castigo, un atentado ideológico.
No puedo creer que Netflix, que inventó la campaña “Novelas con N de Netflix” y que llegó a crear magníficos melodramas como “Donde hubo fuego”, haya invertido en este material. ¿O usted qué opina?
FINAL
¡Qué fuerte el contraste entre lo que Netflix hace en Latinoamérica y lo que hace para el mercado global! Dígame, por favor, que usted también ya llegó al final de la serie “You”.
¿No se le hizo el desenlace más genial del universo? Obviamente no se lo voy a contar para no arruinarle la experiencia pero es admirable el rigor que hubo ahí.
¿Por qué? Porque no sólo estamos hablando del final de la quinta temporada. Éste es el final definitivo. El final de todo.
El numerosísimo equipo de más de 14 escritores que adaptó esto desde 2018 tuvo la sabiduría no sólo de saber trabajar algo tan serio en equipo sino de darle sentido a todo, de encontrar la manera de cerrarlo todo.
Y los mensajes son dignos de exponerse en la más fina de las conferencias porque hay varios momentos en que las audiencias comienzan a preguntarse cosas de su vida.
Hay varios momentos, insisto, en que la palabra “You” (tú), cobra relevancia, involucra, aporta e invita a al cambio. De eso se trata: de que esto funcione pero, al mismo tiempo, de que sirva, de que salve relaciones, de que salve vidas.
Toda la parte de producción es exquisita. Cualquiera filma de noche bajo la lluvia, pero no cualquiera filma de noche, bajo la lluvia, con la gente encuerada y bien.
Penn Badgley (Joe) se merece una ovación de pie pero si a Madeline Brewer (que también brilla en “The Handmaid’s Tale”) no me la nominan al Emmy, a mí me va a dar un ataque.
Esa actriz vale oro y en este personaje adquiere una carga simbólica excepcional. ¡Felicidades! Luche por llegar al final de “You” en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.