El final de “Sólo las más” de “La más draga” fue tan bueno, tan bueno, pero tan bueno, que ya lo hubieran querido en muchas televisoras nacionales e internacionales.
¿Qué fue lo que pasó? Que tuvimos en desenlace en vivo que duró tres horas, sin considerar la alfombra roja.
Que se trató de un evento que llenó por completo el Pepsi Center de la Ciudad de México.
Que la producción fue impecable, espectacular, y tuvo más números musicales que los “talent shows” más especializados. ¡Increíble!
Por si esto no fuera suficiente, para verlo diferido en línea había que contratar una membresía. Y a pesar de esto hubo gente que se suscribió, que pagó, que apoyó. ¿Así o más sintomático?
El final de “Sólo las más” fue un verdadero acontecimiento porque esto no viene ni de los más posicionados canales de televisión ni de las más ricas corporaciones.
Es el “humilde” trabajo de dos jóvenes emprendedores que llevan siete años luchando por esto a tal grado que, a todo lo que le acabo de mencionar, le tenemos que sumar el lanzamiento de un disco (que está buenísimo), un montón de antros que transmitieron la señal como si se tratara de un partido de la Selección Nacional y decenas de aportaciones económicas y sociales.
Hay un antes y un después de la cultura drag en México a partir de “La más draga” y lo que cientos de miles de personas gozamos la noche del martes 7 de mayo fue precioso, relevante, histórico, un orgullo de México, un orgullo de la comunidad LGBT nacional e internacional.
Y es que, le recuerdo, “La más draga” es un “reality show” de “drag queens” que triunfa en un país de machos, en un país que mata a las mujeres, en un país homofóbico. ¿Ya le quedó clara la importancia de esta maravilla?
Como usted sabe, “Sólo las más” es una edición especial de “La más draga” con estrellas de las diferentes temporadas de este concepto y es muy interesante lo que sucedió aquí.
El proyecto comenzó muy rudo, con focos rojos encendidos porque por increíble que parezca, las “dragas” desatan las más bajas pasiones en el mundo de la diversidad sexual y hay un punto en que las audiencias se expresan de ellas con tal agresividad que se cruza la muy delgada línea entre la promoción del talento drag y la promoción del odio.
Y no se trata de eso, ¿verdad? Afortunadamente como que los responsables de “Sólo las más” entendieron, perfeccionaron el tono de la emisión (y sus productos paralelos) y el resultado fue el más maravilloso desenlace de esta clase de conceptos de toda la historia del entretenimiento mexicano.
Le juro que ahora sí podemos hablar de una inclusión tan hermosa que momentos que pudieron haber sido de alta violencia, como el esperadísimo encuentro entre Wendy Guevara y Lolita Cortés, terminaron en una oda al amor y al respeto.
Los genios detrás de esta final fueron tan sabios y responsables que entre musical y musical le hicieron un homenaje a Samantha Flores García, figura fundamental de la historia LGBT, orgullosamente trans.
¿En qué desenlace, de qué televisora, ha visto usted que los productores arriesguen su “rating” para interrumpir la diversión con un tema social?
Aquí lo hicieron y no sólo lo hicieron bien: ¡No perdieron ni un solo espectador! Al contrario, sumaron.
Todo estuvo bien: la ganadora, los premios, las conducciones, los invitados, las coreografías, hasta los “letreritos” que aparecían en pantalla. ¡Qué derroche de talento! ¡De vestuario! ¡De coreografías! ¡Qué manera de poner en alto la cultura drag!
No le voy a contar detalles para que corra a suscribirse y a gozar con esto. Es lo más justo. No puede ser que nos matemos por suscribirnos a otras cosas y que esto, que es nuestro, no trascienda en su justa dimensión.
Todo mi amor, respeto y cariño para todas, todos y todes los que estuvieron involucrados en esta propuesta, tanto en el Pepsi Center como en YouTube.
El final de “Sólo las más” de “La más draga” fue tan bueno, tan bueno, pero tan bueno, que ya lo hubieran querido en muchas televisoras nacionales e internacionales. ¡Felicidades!
