Hoy a las 21:30 se va a estrenar la telenovela La desalmada en Las Estrellas.
Yo, como miles de suscriptores de Blim, pude ver ahí el capítulo uno en preestreno y se lo voy a decir desde ahora:
No sé si antes, durante o después del megafenómeno de rating de “¿Qué le pasa a mi familia?” de Juan Osorio, pero esta producción de José Alberto Castro se va a convertir en la telenovela más vista de México.
Y no sólo eso, algo me dice que se va a colocar como un referente cultural tan poderoso o más que las versiones que este gran productor hizo de Rubí y Teresa.
¿Por qué? Se lo voy a explicar así: hay muchos José Alberto Castros. Tenemos al de las variedades, al vanguardista y al tradicional, por mencionar sólo a unos cuantos. Todos son un cañonazo en lo suyo.
Éste es el José Alberto Castro tradicional elevado a la ene potencia, con toda esa experiencia, pero corregido y aumentado con las posibilidades técnicas y editoriales de 2021.
Le juro que no hay manera de que La desalmada se transmita en el horario en que se va a transmitir, en Las Estrellas, y que no enloquezca a las multitudes.
Es todo el amor, pero además todo el empoderamiento femenino, todos los valores familiares, toda la búsqueda de la justicia.
Es un gran texto de Ximena Suárez con la colaboración de Julián Aguilar, Isabel de Sara, Janely Lee y Fabiola López Neri inspirado en el clásico colombiano La dama de Troya con un reparto simple y sencillamente glorioso.
Vamos de Livia Brito, mejor que nunca, a Yahir iluminándolo todo, pasando por un Eduardo Santamarina reinventado que da gusto verlo, por una Marjorie de Souza espectacular, por una Marlene Favela deliciosa y por una constelación de figurones maravillosa.
Obvio le voy a volver a escribir de esto en otro momento. Hoy le ruego que no se vaya a perder este lanzamiento porque algo me dice que se va a convertir en la telenovela más vista de México. Es perfecta. ¡Felicidades!
Lado oscuro
Qué concierto en línea tan más fabuloso, completamente en vivo, se aventó el sábado pasado la inmensa Alejandra Guzmán desde el Auditorio Nacional de la Ciudad de México para el mundo entero.
No puedo creer lo que esta diosa del espectáculo hizo porque transformó todo lo que hemos visto desde que comenzaron esta clase de experiencias.
Deje usted su voz, sus coreografías, sus cambios de vestuario y su calidez, la señora hizo del Auditorio Nacional su escenografía transformando algo tan grande, tan rudo, en un espacio increíblemente cercano, íntimo.
Fue como si las butacas hubieran cobrado vida para integrarse a un show montado en la modalidad 360 grados.
Créame, esto no es común cuando hablamos de este tipo de presentaciones, mucho menos la calidad sonora y visual de todo: de cada instrumento, de cada bailarina, de cada músico.
Fue como haber estado ahí, sin correr ningún riesgo sanitario, pero al mismo tiempo sin sacrificar nada, absolutamente nada, de la experiencia artística.
Para muchas familias como la mía, mirar aquello fue como recibir un regalo de la vida en tiempos complicados, fue revivir la certeza de los grandes éxitos del pasado como Eternamente bella y La plaga, pero al mismo tiempo confirmar la belleza de lo nuevo de La Guzmán como Lado oscuro y Primera y última vez.
¡Gracias, Alejandra, por hacernos felices cuando las cosas todavía están mal! ¡Gracias porque en momentos como éste es cuando uno entiende quiénes son las verdaderas artistas y quiénes, no!
¡Gracias por curarnos con tu música, con tu talento y con tu luz! ¡Gracias!
alvaro.cueva@milenio.com
