Podría escribirle cuatro columnas completas de lo que pasó el domingo pasado con el Super Bowl: que si el partido, que si las televisoras mexicanas, que si el medio tiempo.
Pero no, por encima de todas estas cuestiones hay un asunto que quiero poner en la mesa porque se me hacen muy delicado.
¿Qué? El fenómeno de odio que tuvimos en México. Perdón, pero lo tenía que decir.
Tengo muchos años cubriendo las transmisiones del Super Bowl y he visto de todo, pero en esta ocasión encontré algo que nunca había encontrado:
Por un lado, mucha gente, que desde días antes del partido estaba pronosticando en redes, que ya iban a aparecer los falsos expertos en futbol americano a hablar de algo que ni siquiera entendían.
Y, por el otro, una de esas frases hechas que las redes sociales ponen de moda y que muchas personas pusieron al final de sus publicaciones: “pero ustedes no están listos para esta conversación”.
¿Sí se da cuenta de lo que hay detrás de esto? Puro odio, clasismo.
Ahora resulta que el futbol americano es sólo para expertos y que, por supuesto, quien publica eso, sí sabe, sabe más, es superior.
Ahora resulta que quien lee las publicaciones de otra persona no está lista para conversar con ella. ¿Por qué? Porque no está a su nivel, porque es inferior.
¿En qué momento nos convertimos en esto? ¿Por qué con el Super Bowl? ¿Es porque como se trata de un deporte gringo, allá son finos y aquí, corrientes?
Qué vergüenza que algo que de origen es tan positivo, entrañable y familiar, se termine convirtiendo en algo tan negativo, dañino y tan lleno de rencor cuando se traslada al contexto mexicano. ¡Cuidado!
Hablemos ahora del final de la telenovela La mexicana y el güero que transmitió la noche del domingo pasado en Las Estrellas.
¿Cuál es la nota? Dos temas: la creatividad y la moralidad.
Creatividad: seamos sinceros, La mexicana y el güero comenzó siendo algo así como una telenovela cómica y los melodramas de este tipo, por apostar tanto por el humor, terminan sacrificando la parte creativa.
Fue muy edificante que, en el desenlace de esta producción de Nicandro Díaz los escritores hayan diseñado tantos tan buenos arrebatos creativos como lo de la Torre Latinoamericana o como la participación especial de estrellas como Ana Martín.
Son sutilezas que uno, como espectador, agradece porque rompen con lo que normalmente vemos en este tipo de transmisiones.
Moralidad: vamos a decirnos la verdad. La mexicana y el güero era la historia de una estafadora y eso, como en el caso de las narconovelas, sólo se puede interpretar como promoción del delito.
¿Por qué? Porque la telenovela es, por definición, un género didáctico. Ahí es donde aprendemos esquemas morales, modelos de conducta, muchas cosas que se merecen todo el respeto del mundo.
Obviamente, cuando esto se comenzó a grabar, nadie estaba pretendiendo que el público idealizara a los estafadores.
¿Y qué fue lo que hicieron los responsables de este concepto? Nos regalaron un desenlace memorable en donde la protagonista hace lo nunca antes visto en esta clase de historias.
Fue maravilloso porque se mandó un mensaje profundísimo de respeto, ética y promoción de valores y porque eso le permitió a Itatí Cantoral dar cátedra en la construcción de personajes que en cuestión de minutos cambian varias veces física y emocionalmente. ¡Felicidades! ¿O usted qué opina?
alvaro.cueva@milenio.com