Espectáculos

Crítica a 'Sólo las más'

En este país es más fácil hablar de política que de “dragas”. No, no me asusta la polarización. Tampoco el odio. Lo que verdaderamente me da pánico es que nadie recuerde que hasta hace muy poco las “drag queens” eran algo prohibido.

¿Qué fue lo que pasó? “La más draga”, un famosísimo “reality show” que cambió la historia de México cuando se estrenó hace más de seis temporadas.

Al final queda un muy mal sabor de boca. ESPECIAL
Al final queda un muy mal sabor de boca. ESPECIAL

Sí, yo sé, mejor que nadie, que tenemos más de 50 años de antecedentes en los escenarios mexicanos y que antes de esta producción de Carlo Villarreal y Bruno Olvez, ya habíamos visto un montón de ejercicios similares, de otros países, tanto en el cable como en “streaming”.

Pero, con la pena, honor a quien honor merece, hasta que no se hizo “La más draga”, esto no permeó en la sociedad.

Será por el tema de las redes sociales, por la tropicalización que se hizo de estos espectáculos o por lo que usted quiera, guste y mande pero esta emisión fue la que verdaderamente puso el tema en nuestros hogares sin siquiera importar orientaciones sexuales ni expresiones de género.

¿En verdad esto se pone peor que la política a la hora de las discusiones?

Se lo voy a explicar de esta manera: la rivalidad entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez es una broma en comparación con el fenómeno de competencia que hay entre “La más draga” y “Drag Race Mexico” (que llegó después).

Y los primeros en “lucirse” con las peores amenazas y expresiones de odio son los miembros de la comunidad LGBT, las personas que, en teoría, tendrían que ser las más respetuosas con este tipo de cuestiones.

¿Por qué? Aquí está la gran nota social: porque las dragas son la cúspide de lo femenino, la mujer llevada a la exageración, un homenaje a la feminidad.

¿Y? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Que si en México odiamos a las mujeres, ¡cómo no íbamos a odiar mil veces más a quienes las exaltan!

No importa si se trata de machos, homosexuales, lesbianas, bisexuales, trans, queer o cualquier otra manifestación de este tipo: aquí hasta las mujeres atacan a las “drags”.

Todas, todos y todes nos sentimos con el derecho a gritarles ofensas violentísimas, a despedazarlas, a aniquilarlas. No tengo las estadísticas a la mano, pero me queda claro que las matamos. Y si no es por fuera, es por dentro.

Para no hacerle el cuento largo: “La más draga” no es un “reality show” más del montón, un programa LGBT más para las estadísticas o el contenido viral del momento.

Es algo muy fuerte, exitoso y sagrado con lo que, por un lado, hay una deuda en positivo pero, paralelamente, mucho qué afinar por lo negativo.

¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque la semana pasada se estrenó “Sólo las más”, una especie de nueva temporada, producto paralelo, versión corregida y aumentada de “La más draga”, y obviamente el odio se desbordó.

¿En qué consiste? Como en todo “reality show” que lleva más de cinco años en el mercado, en explorar nuevas posibilidades con celebridades o con los talentos que ya se crearon ahí mismo para impedir el declive.

¿Y está bueno? No. La razón es muy simple: “Sólo las más” ni tiene lo mejor de “La más draga” ni es “La más draga”.

Todas las personas que están participando en esto merecen respeto, pero la selección no se siente bien hecha.

Si así fuera, los comentarios de las audiencias serían como los de cualquier “Super Bowl”. Pero no.

La sensación no es la de estar viendo “lo mejor” de este título tan icónico sino el de una traición armada nomás por negocio o, peor tantito, por la amenaza cada vez más grande de “Drag Race Mexico”.

Pero lo más delicado no es esto sino lo que le mencionaba hace rato: esto no es “La más draga”.

Acuérdese: “La más draga” es un programa hermoso que le da la oportunidad de brillar a gente que necesita una plataforma para convertir sus sueños en realidad, un espacio riguroso con conductores y jueces muy reconocidos en la comunidad, y la presencia de elementos fijos como Johnny Carmona.

No es un tema de gustos personales. Es una cuestión de identidad.

“Sólo las más” no le da la oportunidad de nada a nadie, los conductores y los jueces parecen sacados de otros programas “parecidos” nomás para subir el “rating” y ya no está Johnny Carmona.

¡Bueno! ¡Ya! ¡El colmo! Hasta repiten dinámicas. Perdón pero ni usted ni yo ni nadie estamos como para perder el tiempo mirando lo que ya vimos antes y peor.

Es YouTube. Son otras reglas. Hay una huella digital. ¡Cuidado!

Sí, la producción es fabulosa, está llena de detalles (sobre todo de postproducción) que la vuelven muy atractiva pero al final queda un muy mal sabor de boca.

¿Cuál es la bronca si esto pasa con cualquier cantidad de contenidos en la televisión tradicional, el “streaming” y las redes sociales?

Que “La más draga” tiene un peso social y que si esto sigue por donde va podría degenerar hasta convertirse en un espacio que promueva la homofobia y muchas cosas oscuras que son, paradójicamente, las que se pretendieron combatir cuando esto se creó.

Estoy muy preocupado. Esto no debió haber pasado. No debió haber pasado así. ¿O usted qué opina?


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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