Esta columna está dedicada, con mucho respeto, a todas las personas que dicen que la televisión mexicana es mala, conservadora, machista y que no ha cambiado desde la época de Thalía.
En mis tiempos, las telenovelas, que eran lo único que había, le decían a las mujeres que si se querían superar, se tenían que dedicar a la costura.
Especialmente si no tenían a un hombre a su lado, si tenían que sacar adelante a un hijo.
Hoy, las series, que complementan bastante bien el giro que han tomado las telenovelas, le dicen a las mujeres que si se quieren superar se pueden dedicar a lo que quieran, incluyendo a la venta de juguetes sexuales.
No importa si se quedaron sin hombre, si tienen familia o si simple y sencillamente quieren progresar.
Pero espérese. Se pone mejor. En mis tiempos, las protagonistas de las telenovelas tenían que proteger su virginidad contra viento y marea y si estaban casadas, con la pena, se tenían que poner en manos de su marido así fuera el peor en la cama.
¿Por qué? Porque eso las hacía buenas. El placer era algo malo, sucio, un pecado. Las únicas que experimentaban eso eran las villanas que, por supuesto, siempre terminaban recibiendo los peores castigos.
Ahora, la virginidad ni fu ni fa. Cada mujer hace con su himen lo que se le dé la gana, tiene sexo cuando se le antoja y se hace responsable de sus orgasmos sin importar el estado civil.
El sexo, en pantalla, no las hace ni buenas ni malas. Es parte de la vida e incluye la masturbación. El placer es parte de la canasta básica.
¿Por qué le estoy diciendo todo esto? Porque mañana viernes 19 de abril se va a estrenar en VIX una serie que trata sobre este asunto, se llama “Consuelo”, ya la vi y es la prueba máxima de que la televisión mexicana ya cambió.
Ahora, aunque sigue habiendo de todo, en general, es buena, liberal, feminista, y nada qué ver con Thalía.
Además, hoy se expresa de mil y un maneras. Tenemos las pantallas tradicionales, las de la televisión abierta, pero también tenemos el “streaming”, tenemos VIX.
¿Puede haber algo más revolucionario que ir por las calles de un lugar como la Ciudad de México, voltear hacia el horizonte y ver un espectacular con una mujer levantando un dildo como si se tratara de un trofeo?
¡En mis tiempos censuraban los anuncios de Wonderbra!
Esto es “Consuelo” y le estoy avisando de este título con anticipación porque me interesa mucho que la vea y, por supuesto, que deje de hablar mal de la televisión mexicana.
No, pero espérese. Todavía no le digo lo más divertido. ¿En qué piensa usted si le digo: vamos a ver a una actriz metiéndose un juguete sexual?
Obviamente en una chica muy actual, instalada en el perreo y las redes sociales.
¡Sorpresa! “Consuelo” es una serie que se desarrolla en 1955, cuando las buenas conciencias consideraban aberrante que a las mujeres se les hubiera dado el derecho a votar. ¡Imagínese a tener orgasmos!
En ese mundo de crinolinas, “Amorcito corazón” y mil cosas peores, la heroína de esta comedia romántica se pone a vender consoladores.
Y la llamo comedia romántica no porque sea como todos esos contenidos sino porque de repente uno se ríe pero, lo más importante, descubre una historia de amor, de amor propio, de amor “al alcance de la mano”.
¡Bendito equipo de escritores comandado por Larissa Andrade! ¡Bendita dirección de arte de Jeisson Andrés Rincón Rodríguez que quién sabe cómo le hizo para conseguir vibradores de los años 50!
Pero, sobre todo, bendita actuación de Cassandra Sánchez Navarro en el papel de Consuelo.
Es tan divertida que uno la adora porque la adora, además de que sí debe significar algo interpretar a un personaje que, entre escena y escena, le entra a los juguetes sexuales a cuadro.
Luche por ver, a partir de mañana, “Consuelo” en VIX. Le va a gustar. De veras que sí.