Esta historia dentro de la historia comienza el 27 de junio de 2001, como consta en la primera página del libro cuyo lomo asomaba en un estante de la ya desaparecida librería francesa Bouquinerie de Camino al Desierto de los Leones: Le rêve mexicain (El sueño mexicano, Gallimard, 1988) por J. M. G. Le Clézio.
Llegado a México en la década de los 80, huésped en algún tiempo de Homero Aridjis en Michoacán y residente por algunas temporadas de Xalapa, que considera el más surrealista de los municipios mexicanos porque no conoce Xilitla, este autor mauriciano, francés y gringo (vive en Texas) escribió su visión de la Conquista con un ensayo a partir de la bibliografía clásica en la materia, comenzando con Bernal Díaz del Castillo.
El volumen, en cuya cuarta página figura la dedicatoria “Par Alfredo Campos en souvenir de notre rencontre, 2012” con la firma del autor, tiene un subtítulo: El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido. Le Clézio relata: “Así comienza esta historia, con el encuentro entre dos sueños: el sueño de oro de los españoles, sueño devorador, implacable, que alcanza acaso el extremo de la crueldad (…) y el antiguo sueño de los mexicas, tan esperado, que viene del otro lado del mar, con esos hombres barbados guiados por Quetzalcóatl para gobernarlos de nuevo”.
La tragedia del enfrentamiento la ilustra el desequilibrio. Es la exterminación de un sueño antiguo por el furor de un sueño moderno, la destrucción de los mitos por un deseo de poder. El escritor se queda con la fecha de Bernal: la captura de Cuauhtémoc, el 13 de agosto de 1521, marca el fin de la dinastía azteca con la caída de Tenochtitlan.
Le Clézio vino invitado al Hay Festival de 2012. Había ganado el Premio Nobel de Literatura cuatro años antes, en 2008, cuando las librerías mexicanas tenían disponibles acaso un título de los 40 en la cosecha del novelista. En entrevista con un servidor habló de Rulfo, de García Márquez, de la negritud y Aimé Cesaire, su poeta favorito. Del surrealismo aquí y de la cultura purépecha.
@acvilleda
