Cultura

El juego peligroso de acusar a CIA y FBI

El jefe de la Casa Blanca ha reincidido en un juego peligroso. Para él. Un juego peligroso para el personaje, para la persona Donald Trump, más que para nadie y más aun que para la propia institución presidencial. Una apuesta de alto riesgo y que sus consejeros todavía no saben cómo hacerle notar, no hallan cómo advertirle del riesgo. O no quieren o no se atreven. Su principal consejero, Steve Bannon, debe saberlo, pero no lo paró la primera vez que su jefe incurrió en el error y ni él ni nadie aclaró una sola palabra cuando, ayer, lo repitió.

Y no se habla del veto a la prensa, representado por cierto con un simbolismo acaso involuntario, con tres medios que reflejan la salida informativa en las plataformas más consistentes: la televisión con CNN, la prensa escrita con el New York Times y el área digital con político.com. Ni de su enésimo ataque a los periodistas con eso de que “son el enemigo del pueblo estadunidense”.

En este terreno el riesgo ya lo tomó y hace días el senador republicano John McCain se lo reprochó con una claridad incuestionable: el primer paso de los dictadores es limitar la libertad de expresión. Los políticos sobrevaloran la prensa y descuidan asuntos fundamentales. Ya se ve aquí, en México, donde los servidores públicos de todo nivel están pendientes de los cartones, de las columnas y de los memes más que en el origen de las críticas o de aquello, sus propias acciones, que derivaron en la hilaridad del respetable.

Políticos como Trump siguen creyendo que fue el Washington Post, con la serie de notas de Bob Woodward y Carl Bernstein, el que tiró a Richard Nixon con la difusión del Watergate, y olvidan el origen de la información. Aficionado a la televisión para preparar sus mensajes, el magnate dirá uno de estos días que Robert Redford y Dustin Hoffman son los enemigos del pueblo, ambos protagonistas de la película Todos los hombres del presidente, dirigida por Alan Pakula en 1977, en la que interpretan a los reporteros, autores del libro del mismo nombre, que destaparon el escándalo que propició la renuncia del mandatario. Ya ven cómo le fue con el documental sueco el fin de semana pasado.

En los hechos, los reporteros fueron el medio de que echó mano William Mark Felt (1913-2008), entonces segundo de a bordo del Buró Federal de Investigación (FBI), quien decepcionado por quedar al margen en la sucesión cuando murió el histórico director y fundador de esa oficina, Edgar Hoover (1895-1972), tomó venganza entregando informes y corroborando otros, de forma clandestina, que comprometían a Nixon en el Watergate, para convertirse así en Deep Throat, Garganta Profunda, título de una célebre película pornográfica de la época protagonizada por Linda Lovelace.

Con el escándalo del espionaje ruso y la relación Trump-Putin que Hillary Clinton difundió en las campañas, el jefe de la Casa Blanca ha entrado a eso que llamamos líneas arriba un juego peligroso, pues dos blancos de sus críticas han sido la Agencia Central de Inteligencia y el propio FBI. Antes de tomar posesión, acusó a la CIA de filtrar información y acudir a prácticas de la Alemania nazi, por lo que el director saliente, John Brennan, le recriminó que cuide lo que dice, “pues la espontaneidad no es algo que proteja los intereses de seguridad nacional”, y recomendó al equipo del presidente hacerle entender que cuando habla “hay consecuencias” y “el impacto puede ser profundo para la seguridad nacional, no solo para él”.

Pero, se insiste, nadie se ha ocupado de advertirle y ahora señaló al FBI de ser “totalmente incapaz” de detener a quienes filtran asuntos de seguridad nacional y le ordenó por su medio favorito, el Twitter: “¡Encuéntrelos ya!” Hay que recordar que Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional, tuvo que irse cuando se divulgó que había conversado con los rusos sobre las sanciones impuestas a Moscú y mentido al respecto al vicepresidente Mike Pence.

Desacreditar a las agencias de seguridad e inteligencia es el juego peligroso que no entiende Trump. La prensa no tira presidentes, pero sí puede ser el medio para que lo hagan los ofendidos, CIA y FBI. Hoover se eternizó en el cargo (de 1935 a 1972) porque llegaba a su entrevista inicial con cada nuevo mandatario con un expediente de ellos bajo el brazo. Y nadie se lo explica al mandatario.

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Alfredo Campos Villeda
  • Alfredo Campos Villeda
  • Director de @Milenio Diario. Autor de #Fusilerías y de los libros #SeptiembreLetal y #VariantesdelCrepúsculo. Lector en cuatro lenguas. / Escribe todos los viernes su columna Fusilerías
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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